Por Natalia Viviana Oliva |
Facultad de Ciencias de la Salud UCSE – naty_oliva@hotmail.com |
En esta oportunidad nos gustaría reflexionar acerca de la consigna que se formula al momento de presentar la actividad de formación práctica. Aquella que propone un camino, que alienta de alguna manera a crear la situación grupal. La misma se encuentra explicada en el programa y en unos documentos anexos en donde se presenta por un lado a la formación práctica y por otro el formato del informe que los estudiantes deben realizar unidad por unidad. Los mismos se encuentran publicado en la página de Facebook de la asignatura.
En la formulación verbal de la consigna y explicación escrita de la misma, lo que se ha mantenido durante estos seis años en esencia, es la invitación a observar el mundo empírico en relación con el mundo conceptual[1]. Hasta el año 2018, la consigna que expresábamos oralmente, que incitaba a hacer grupo y que contribuía[2], al desarrollo del proceso grupal se enunciaba más o menos así: “Van a tener que conformar un grupo de ocho integrantes, no siete, no nueve, con el cual van a tener que trabajar todo el año observando a otro grupo, que van a elegir del listado que aparece en el programa” y se agregaba “en caso de querer trabajar con un grupo que no figura en el listado, deberán comunicar a sus docente a los fines de poder evaluar la posibilidad de su realización”. Y se advertía “queda terminantemente prohibido: hacer devoluciones a los grupos observados” luego fuimos agregando en virtud de las consultas de los estudiantes que “tampoco pueden trabajar grupos terapéuticos”, “niños y/o adolescente”, “reservadas estas prácticas para los últimos años”. De acuerdo al año que les haya tocado cursar, los estudiantes han recibido la solicitud de hacer además una monografía anual o una monografía de cada unidad o informe. Estos son lo que llamamos documentos tangibles creados a solicitud de Coneau para acreditar la práctica realizada. Nuestra transición de monografía a informe se puede explicar de la siguiente manera: hemos pensado que los psicólogos el día de mañana debemos comunicarnos de forma escrita con diferentes finalidades a diferentes sujetos o instituciones y si no desarrollamos tal destreza veremos obstaculizado el desempeño de nuestro rol profesional. Desde nuestro lugar, introducimos a los futuros colegas a la escritura científica. Podemos advertir que la consigna de nuestra asignatura deviene de una “consigna” trasmitida a través de la facultad de manera escrita y verbal. Esa consigna provocó que este grupo docente buscara una manera de aproximar a terreno a los estudiantes. Estableciendo un encuadre de trabajo, enmarcando condiciones mínimas para llevar adelante una labor. En otras palabras, a partir de un disparador (la consigna de Coneau) creamos un dispositivo grupal para el aprendizaje de la labor en el campo grupal y acordamos sus categorías de espacio, tiempo, objetivo común o tarea. La consigna indica que posibles espacios de trabajo pueden elegir, que objetivo persiguen con la aplicación teórica que pretendemos realiza y a que tiempos se deben ajustar. Aquí nos gustaría hacer una salvedad, tomando las valiosas reflexiones de otros autores que con sus apreciaciones nos posibilitan reflexionar sobre la magnitud de la tarea de trasmitir un saber, a partir de invitar a realizar una tarea que implica organizar la experiencia teórico-práctica en nuestra provincia. Para ello hemos visto la necesidad de introducir a Korinfeld[3] en estas notas, ya que se refiere a la cuestión de la subjetividad, haciendo hincapié en los tropiezos y malentendidos que visibilizan lo subjetivo de cada persona que rompe cualquier idea de coherencia entre enunciado y enunciación, de integridad y consistencia. Poniendo de manifiesto la dificultad que presenta la comunicación y comprensión univoca de la consigna. Para afrontar esta cuestión insoslayable es que a la misma se la formula verbalmente, se la explica varias veces y se la encuentra escrita en documentos de la asignatura. Sin detenernos demasiado en este punto mencionamos también la advertencia de Korinfeld cuando plantea en acuerdo con los desarrollos freudianos la imposibilidad presente en cualquier estructuración de vínculos humanos de gobernar, educar y analizar. Explicando que aquellas tareas no pueden ser totalmente aprehensible ni cabalmente realizadas. Estas apreciaciones ponen de manifiesto el desafío en la tarea de enseñar psicología grupal. Y la necesidad de ajustar en lo “posible” el dispositivo pensado para la actividad de formación práctica. Es por ello que habiendo culminado el 2019 nos auto convocamos como equipo cátedra para evaluar el trabajo desempeñado y establecer que cuestiones hemos de modificar con la nueva cohorte 2020. A la conclusión que arribamos es debemos intentar un nuevo ajuste sobre el dispositivo. El mismo tiene que ver con la cantidad de integrantes (siempre se han solicitado ocho), ya que en la experiencia hemos visto que a los estudiantes les resulta difícil trabajar en grupo. Como nos motiva la idea de que ellos tengan una experiencia piloto en la que puedan comenzar a practicar dentro de sus posibilidades subjetivas, que son tan singulares como sujetos existentes en el mundo, el trabajo grupal; convenimos que podrán ser de 6 a 8 sus miembros, a los fines de que puedan encontrar una zona de flexibilidad y comodidad para afrontar el reto de permanecer como grupo un año. Cuando planteamos la consigna, ya sabemos más por experiencia que por teoría, que cada estudiante se va a enfrentar a un doble desafío. Por un lado hacer grupo y por otro observar a un grupo en grupo. Cuándo quizás sólo ha alcanzado una grupalidad incipiente o aún no ha alcanzado la grupalidad con sus compañeros. Si bien esta se encuentra en una tensión permanente hacia la serie, el modo y el tiempo en que la logren alcanzar y mantener la grupalidad deja sus huellas, que interfieren en mayor o menor medida en el transcurso del año. Entramarse vincularmente como veníamos diciendo no es algo dado, ni fácil. Y se encuentra atravesada por la época. Lipovesky ubica este tiempo en el vector de ampliación del individualismo en el que se diversifican las posibilidades de elección, se anulan los puntos de referencia, se destruyen los sentidos únicos y los valores superiores de la modernidad, para poner en marcha una cultura personalizada o hecha a medida, que permite al átomo social emanciparse del balizaje disciplinario – revolucionario. Entonces cabe preguntarnos a esta altura si hoy en día ¿será más complejo hacer grupo? Acordamos con este autor cuando señala que no es cierto que estemos sometidos a una carencia de sentidos. En el comportamiento estudiantil detectamos lo que él refiere como un valor cardinal, intangible, indiscutido de manifestaciones múltiples, “el individuo y su cada vez más proclamado derecho de realizarse”. Aunque para aprobar la actividad de formación práctica se necesita del trabajo grupal, la dificultada para hacer grupo y lograr la organización en función de la tarea se ha visto incrementada en estos últimos años. Es notable observar como predomina el interés individual por sobre el colectivo, al mismo tiempo que van detectando que no pueden hacer informes por ejemplo por whatsapp. El dispositivo de la práctica los va llevando a tener que encontrarse cara a cara, efectivamente como grupo. Pese a que contamos nuestras experiencias en cohortes anteriores e insistimos en explicar y expresar desde la primera clase el manejo del programa y periódicamente repasar los acuerdos establecidos e informar todo lo referido a su desempeño anual, las subjetividades estudiantiles delatan nuestro tiempo. Observamos particularmente que en los primeros y los últimos meses de clases es cuando más se cuestiona el lugar de la autoridad docente en el aula, en hechos y palabras. Faltan, no supervisan, no presentan los informes a tiempo, piden excepciones, se excusan. Además de la falta de lectura y comprensión de lo textos dispuestos a explicar la tarea del año en curso. La lógica de la actividad de formación práctica va a contramano del individualismo, porque requiere inevitablemente hacer con otros. Estamos convencidas en que la profesionalización del psicólogo es un camino que inicia desde el estudiantado y que aprender a trabajar con otros es fundamental. Además de poner de manifiesto sus intereses individuales de múltiples formas, pareciera que el interés por el saber circula por espacios que no hacen a la instrucción formal, como ya lo detectó Ana del Cueto. Retomamos su paradoja aquella que planteó en su libro “Grupos, Instituciones y Comunidades”[4], basada en su experiencia en la Universidad de Buenos Aires a dos años de comenzar el proceso de normalización universitaria una vez reinstalada la democracia en nuestro país. Cuando describe la experiencia del seminario obligatorio de grupo del que fue docente, descubre que los alumnos sostienen lo instituido y el lugar de los docentes lo instituyente, cuando históricamente el lugar de la exigencia de cambios pasó siempre por el claustro estudiantil. Y dice “esta institución real soporta el fantasma de un lugar devaluado de saber, además peligroso. Este saber está valorizado en las redes extrauniversitarias de los grupos de estudio, ahora en los master en el extranjero”. Pensar en la consigna, nos lleva a interrogarnos por las producciones imaginarias grupales e institucionales en la medida en que habitan el aula. Porque además de los aspectos singulares de cada sujeto que se conmueven al trabajar en grupo, podemos identificar lo que la consigna moviliza y promueve grupalmente y lo que circula institucionalmente entramándose. El desafío es sostener tensiones entendiendo que los grupos están multideterminados. Ana María Fernández[5] es clara al señalar en este sentido, que el par antinómico Individuo vs. Sociedad, exige la de-construcción de este a priori conceptual para abrir la posibilidad de realizar un pasaje y elucidación crítica hacia una operación conceptual que pueda evitar una “resolución” reduccionista y se permita sostener la tensión singular-colectivo Es por ello que, en algunas oportunidades, en el espacio de supervisión orientado a co-pensar la tarea de análisis que llevan adelante, se piensa estrategias para resolver conflictos del grupo de estudiantes para hacer con aquello que no están pudiendo tramitar para realizar la tarea. Aquí es dónde quisiéramos recomendar la previa lectura de las y los autoras y autores del programa de grupo, para poder parafrasear a Spinetta en una de sus entrevista y decir que los que nos mueve es la ilusión de querer cambiar por ahí “algo” con lo que se dice…y se escribe. – Bibliografía [1] Fernando Fabris. Estrategias de análisis en psicología social: la singularidad del concepto [2] La consigna (Contribuciones para una teoría psicoanalítica de los grupos) Nicolás Caparrós [3] Espacios e instituciones suficientemente subjetivados por Daniel Korinfeld. 2013 [4] Grupos, Instituciones y Comunidades Coordinación e Intervención. Lugar Editorial. 2° Edición, 2003 [5] El campo grupal. Notas para una genealogía, Los tres momentos epistémicos, 1989. Ana María del Cueto, Grupos, Instituciones y Comunidades Coordinación e Intervención. Lugar Editorial, 2003 Daniel Korinfeld, Daniel Levy, Sergio Rscovan, Entre Adolescentes y Adultos. Puntuaciones de época. Paidós, 2013. Gilles Lipovetsky, La era del vacío. Ensayo sobre el individualismo contemporáneo. Ed. Anagrama S.A., Barcelona, 2000. Gilles Lipovetsky. La felicidad paradójica. Ensayo sobre la sociedad de hiperconsumo. Traducción de Antonio-Prometeo Moya. EDITORIAL ANAGRAMA. 2007 Ana María Fernández, El campo grupal. Notas para una genealogía. Nueva Visión, 1968. Quizás porque… especiales: Luis A. Spinetta. Dirección general Fernando Portabales, Canal Encuentro |