Lic. P. Sergio Daniel Conci Magris, sch.p. |
Sacerdote escolapio – Licenciado en Ciencias de la Educación y profesor en Filosofía – sergioconci@hotmail.com |
Por la gracia de Dios nos ha tocado participar en el Congreso Mundial de Educación Católica celebrado en Roma en noviembre del año 2015 en los 50 años de la Declaración Conciliar sobre la educación del Concilio Vaticano II. Este Congreso congregó a personas de las Universidades Católicas y de las Escuelas Católicas de todo el mundo a reflexionar a partir de un instrumentum laboris titulado: Educar Hoy y Mañana. Una pasión que se renueva. De todos los temas abordados en el Congreso queremos compartir en esta oportunidad el de la formación de los educadores de las instituciones católicas y en especial la formación en lo específico por ser instituciones eclesiales. Nos limitaremos a mostrar que hoy en el mundo sigue siendo central y estratégico encarar este desafío con toda la convicción y la fuerza que las circunstancias requieren. El tema de la identidad católica de las escuelas y su misión ha sido ampliamente abordado en los textos magisteriales de la Iglesia sobre el tema educativo a lo largo de todo el siglo XX y en este comienzo del S. XXI. Sólo para hacer un rápido repaso y calibrar la suficiente reflexión sobre el tema tenemos en 1929 la Encíclica Divini Illus Magistri (del Papa Pío XI) y en el Concilio Vaticano II la Declaración Gravissimum Educationis (1965). Posteriormente a cargo de la Congregación de la Educación Católica dependiente de la Santa Sede contamos con los documentos: La Escuela Católica (1977), El laico católico testigo de la fe en la Escuela (1982), Dimensión Religiosa de la Educación en la Escuela Católica (1988), La Escuela Católica en los umbrales del tercer milenio (1997) y más recientemente los documentos: Personas consagradas y su misión en la Escuela (2002), Educar juntos en la Escuela Católica (2007), y Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva -instrumentum laboris- (2014). Los elementos de contexto expresados en estos documentos, especialmente en los más recientes, manifiestan la necesidad y el desafío de mantener una identidad y la misión de la escuela católica a partir de la centralidad de la formación del profesorado en lo sustantivo de su ser y tarea. Igualmente aunque el tema de la identidad y la misión está ampliamente planteado nos queda indagar y mostrar cómo sigue siendo una preocupación hoy y que responde a una necesidad de investigación no cubierta no sólo en nuestro país sino en el contexto americano y mundial. Investigación Mundial de la OIEC y la Congregación de Educación Católica Para situar el estado de la situación creemos que es válido apelar a una reciente investigación de escala mundial hecha por Congregación de Educación Católica y la OIEC (Organización Internacional de Escuelas Católicas). Esta investigación se realizó en vistas al Congreso Mundial de Educación Católica celebrado en Roma en noviembre del 2015 en ocasión a los 50 años de la Declaración Conciliar Gravissimun Educationis. El congreso se titulaba: Educar hoy y Mañana. Una pasión que se renueva. Este evento mundial se organizó en cuatro bloques de trabajo que vienen planteados en el instrumentum laboris dado en el año 2014. Los bloques son:
Sobre estos bloques se hizo una amplia investigación en los cinco continentes con una muestra de 3098 cuestionarios. Entendemos que el informe preparado para este Congreso por su envergadura e importancia puede reflejarnos el estado de discusión de estas cuestiones y la necesidad de su profundización. A continuación repasaremos brevemente los cuatro bloques y mostraremos los datos que a nuestro parecer revelan nuestra perspectiva. Pasamos por alto toda la descripción y fundamentación de cómo y por qué se hizo la investigación y el manejo de los datos para ser considerada epistemológicamente fiable.
Comenzamos el primer bloque deteniéndonos en las conclusiones. Leemos 12 puntos. Se presentan aquí esquemáticamente: “1. Se evidencia una alta satisfacción con la coherencia que existe actualmente en los centros católicos respecto a su identidad. (…) 2. Urge redefinir la identidad de una escuela católica. (…) 3. Se observa ciertas incongruencias al valorar la identidad y coherencia de la escuela católica. (…) 4. Se destaca la importancia del Equipo de Pastoral, como eje central para impulsar la identidad de la escuela católica. (…) 5. El proyecto educativo de una escuela católica debe elaborarse según la identidad del centro católico y los valores del Evangelio. (…) 6. La identidad de la escuela católica conlleva ofrecer a sus alumnos un testimonio evangélico mediante un encuentro vivo con Cristo. (…) 7. El propósito de la identidad de la escuela católica es la preocupación por la persona humana y el servicio a la sociedad, especialmente a los más necesitados. (…) 8. Dificultad para coordinar acciones comunes entre las instituciones implicadas en la educación católica. (…) 9. Especial relevancia de la necesidad de fomentar la participación de todos los sectores e instituciones, con el fin de conseguir un trabajo colaborativo que enriquezca los objetivos comunes. (…) 10. Una escuela de calidad. (…) 11. Una escuela católica comprometida y transformadora. (…) 12. Una escuela que tenga claros sus objetivos y acciones, y que los priorice de forma coherente.” (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 62) De estos puntos que nos abren a un gran abanico de temas y aspectos nos detenemos en tres apartados que merecen nuestra atención. El primero pone de manifiesto la problemática de cómo valorar y reconocer la coherencia de la escuela católica como tal. Así se dice: “3. Se observa ciertas incongruencias al valorar la identidad y coherencia de la escuela católica. Aunque parte de una valoración alta de dicha identidad, se observan ciertas variaciones en cómo lo perciben, por un lado, los religiosos; o cómo lo valoran los diferentes grupos que constituyen la comunidad educativa, que tal y como vimos, siendo los directivos los que la puntúan de sobresaliente alto (9,5), mientras que los alumnos lo perciben con un notable bajo (7,5). Por otro lado, sitúan en tercer lugar su papel evangelizador, por detrás de la calidad educativa de la escuela y del compromiso social de la misma. Todo ello nos permite apuntar que hemos de retomar la identidad de la escuela católica, resituarla y renovarla de forma que impregne, en todos sus poros, el ser y el quehacer de la escuela católica.” (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 63) En este punto se muestra cierta incongruencia a la hora de realizar la triangulación entre distintos actores sobre la identidad y misión de la escuela católica. La conclusión de este breve análisis es elocuente: “retomar… resituarla y renovarla de forma que impregne…”. Parece que el tema se vuelve poco claro en la práctica. O bien los actores no conocen plenamente cuál esa identidad o bien cada uno tiene una idea sobre lo que debe ser y desde ella piensan si es coherente o no la práctica concreta con esa idea. Más allá de esta cuestión queda planteado como algo que debe ser actualmente reconsiderado y renovado no tanto por la claridad del tema en sí mismo sino por cómo es valorado y situado por los distintos actores de la escuela. Pasemos ahora al punto 6 donde se habla de otro aspecto importante de la identidad que es el testimonio evangélico dado a los alumnos. En este punto se pone en el centro la importancia de la formación tenida por los docentes de la institución: “6. La identidad de la escuela católica conlleva ofrecer a sus alumnos un testimonio evangélico mediante un encuentro vivo con Cristo. La mejor forma para ofrecer el testimonio de vida, es el contacto directo y personal y la relación de diálogo con el alumno. Esto juega un papel clave en la educación. Los docentes son llamados a declarar en su enseñanza, la sencillez y la honestidad de los valores del Evangelio. Este testimonio se hace efectivo mediante la acción de toda la comunidad educativa (profesores, alumnos, familias…) y, por último, es importante destacar que este testimonio debe ser alimentado con la oración. Se ha de mantener una relación de diálogo entre toda la comunidad para encontrar el camino del testimonio de la fe como forma de vida personal. Recientemente, el Papa Francisco (2014), nos decía que “no se debe educar desde el balcón” sino que hay que implicarse y comprometerse desde la realidad que viven los alumnos en sus contextos.” (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 64) Es claro en estas aseveraciones que el rol de los que acompañan el proceso de los alumnos no se debe sólo a aspectos técnicos de una profesión académica sino a ser parte de una traditio evangélica que implica la propia vida como martiría o testimonio. No es un aspecto menor o que puede ser pasado por alto de manera tan simple. En este sentido y prolongando este aspecto a su dimensión comunitaria se sostiene en el punto siguiente: “7. El propósito de la identidad de la escuela católica es la preocupación por la persona humana y el servicio a la sociedad, especialmente a los más necesitados. (…) La comunidad cristiana, debe ser una verdadera comunidad de fe en la que se comparta, ayude y guie, sobre todo a los que más lo necesitan. Esto no es posible si el compromiso cristiano no es compartido y demostrado por todos los miembros de esta comunidad; maestros, estudiantes y familias.” (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 64) Como leemos en esta conclusión lo que se exige al maestro o docente es participar comprometidamente en la misión de la Iglesia toda y de la Escuela católica en particular. Para ello debe estar convencido y formar parte de ese cuerpo con toda su voluntad. Esa adhesión supone y exige un proceso de formación y de acompañamiento.
Pasamos ahora al segundo bloque titulado Sujetos. Analizaremos en primer lugar un punto que está relacionado con lo mencionado anteriormente sobre la formación de los docentes. En este primer aspecto a analizar se pregunta sobre el acompañamiento sistemático y diagramado a los docentes dentro de la Escuela Católica (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 70). En el análisis de los datos se descubre que cerca del 40% considera que hay mucho por hacer en ese sentido. En este apartado hay una pregunta de tipo cualitativa que merece nuestra atención. La misma cuestiona cuáles son los aspectos en los que debería la escuela católica innovar o emprender nuevos o renovados caminos. La respuesta con más acuerdo son las siguientes: “1. “Formar” y “acompañar” al profesorado (492 respuestas). El mayor número de respuestas se agrupa en torno a estas categorías indicando que: Se debe ofrecer al profesorado una “formación atractiva” y “continua” (248), en los siguientes aspectos: “académica” (124), “humana” (17), espiritual (48), bilingüe (49) y Tic (10). Se debe contar con un “proyecto educativo” claro, consensuado, que conjunte al profesorado, que oriente su formación y acompañamiento (43). Se ha de dar más autonomía al profesorado, confiar en ellos y “dejarlos hacer”, de manera que “participen activamente” y adquieran protagonismo (25). Cultivar su “vocación y canalizarla para potenciarla y explicitarla en el día a día (22). Hay que trabajar “la motivación del profesorado” para que participe con mayor cualificación y compromiso en el proyecto educativo/evangelizador del centro (6) Algunos incluso sugirieron “movilidad e intercambio de profesores” para formarse, motivarse y comprometerse (8).
Como vemos en estas dos respuestas donde encontramos más consenso el tema central es la formación y el acompañamiento de los profesores o docentes para que ellos sean capaces de participar activamente y ser animadores de otros estamentos de la comunidad educativa. No se trata sólo de plantear una formación cualquiera sino de una formación efectiva, atractiva, integral y permanente. Es un tema que resulta prioritario, estratégico y vital para la identidad y misión de la Escuela Católica en el siglo XXI. A continuación se pregunta sobre la Misión Compartida. Cabe aclarar que esta terminología es usada desde hace años dentro de las Congregaciones Religiosas dedicadas a la educación. Indica la integración de religiosos y laicos que comparten un carisma y una misión dentro de la Iglesia. Esta pregunta refleja un cambio reconocido por la mayoría de los autores o documentos eclesiales y que exige justamente plantearse la formación urgente de los aspectos identitarios de la escuela católica. Antes los religiosos sostenían, casi independientemente de los laicos, por su cantidad y los roles que ocupaban, la identidad del centro educativo (ENGEBRETSON, 2014). Esto hace años que dejó de ser una realidad mayoritaria y hoy diríamos casi inexistente. La respuesta comentada antes, a nuestro juicio, demuestra que es vital caminos donde los laicos y religiosos puedan formarse para trabajar juntos desde una identidad común según sus propias vocaciones. En general en todos los contenidos la valoración de la promoción de la misión compartida es alta (gira en torno al 85%) (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 110). Ahora bien para completar la respuesta se hace otra pregunta de tipo cualitativo que resulta interesante al tema que venimos siguiendo. Veamos: “7.14.1. Para mejor compartir la misión se requiere “formación” (548): Resalta la “importancia de la formación de los religiosos y seglares” a este respeto (85). Es muy importante “formar en el carisma” (68). También se han de “formar en y para la misión” (20). Algunos señalan que es necesario “formar en la docencia” (20). Un grupo apunta que convendría igualmente “formar a las familias” (20) para que comprendan el nuevo escenario. Una amplia mayoría indica que es necesario crear espacios de formación (129). Por último, muchos indican que también urge aportar a todos una “formación general” más amplia (199).” (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 112) Como vemos es un tema que aparece una y otra vez como prioritario en todo el abanico de Escuelas Católicas que hay en el mundo. La formación aquí puntualmente en el carisma propio que inspira el Ideario y el Proyecto Educativo Institucional de cada centro. Otra pregunta que aporta colateralmente información oportuna es sobre las posibilidades reales de encontrar directivos para las escuelas católicas que sean capacitados en lo pedagógico, en lo pastoral y en lo específicamente propio de la gestión. La respuesta es que un 47% considera que no (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 114). Este dato es indirectamente relevante ya que un buen directivo no se improvisa sino que requiere un largo proceso de formación previo como profesor o miembro de la comunidad. En este mismo sentido es interesante preguntarse desde una mirada estratégica. Cómo plantear la identidad y misión de la escuela y formar a otros en ello sino se consiguen eficientes directivos de las escuelas. Otro aspecto importante en el que se indaga y que afecta a lo que venimos siguiendo es la colaboración ad intra y ad extra de la escuela católica. Los informes internacionales más recientes sobre calidad educativa, se afirma en esta investigación, dan cuenta que el siglo XXI lo marca como un desafío vital y central para las instituciones educativas en particular y los sistemas educativos en general (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 117). En los resultados se da cuenta de la colaboración entre profesores y alumnos, entre profesores y profesores del mismo nivel educativo y de distinto, entre alumnos, entre escuela y contexto, entre profesores y familias y entre distintas escuelas. En general la percepción es positiva aunque demuestras algunos aspectos que merecen ser trabajados especialmente. Este aspecto mencionado es también un objetivo del tipo de formación buscada para los docentes de las escuelas católicas. Deben ser formados para trabajar colaborativamente.
Pasamos ahora al tercer bloque que es dedicado a la formación. En el tercer bloque nos encontramos con puntos muy interesantes que obviamente tienen como centro la formación del profesorado de las escuelas católicas. Se inicia el bloque dando una lista de aspectos para ordenar por relevancia en la selección del personal docente y directivo. En la selección, se manifiesta en general, se priorizan los aspectos técnicos pedagógicos o profesionales y en un segundo lugar, aparecen los aspectos de identidad católica e institucional. En general parece haber un plan de formación continua y ese plan es diseñado por las instituciones fundadoras (diócesis o congregaciones) o bien por los equipos directivos. Sobre qué aspectos valoran más de la formación surgen tres núcleos: lo pedagógico, la identidad y la pastoral. (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, págs. 137-179) Para terminar este apartado se les pregunta de modo abierto cuáles otros aspectos deben ser considerados para una adecuada formación del profesorado. El núcleo que surge en primer lugar y que resulta muy significativo por lo que venimos desarrollando es la “formación religiosa” (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 179). Otro dato no central pero que revela un aspecto estratégico del planteo formativo es la relación entre las universidades de la región y las escuelas para llevar adelante estos programas. Los resultados muestran que el 52% considera que esta relación se encuentra en niveles muy bajos, bajos o medios; alto o muy alto solo el 38% y el resto no sabe o no contesta. Queda claro que en general hay procesos formativos para los docentes pero al mismo tiempo parece mostrarse con evidencia que no son apropiados o resultan ineficientes. ¿Dónde radica la ineficacia? ¿Hay desde la identidad y misión de la escuela católica una propuesta formativa que responda a la necesidad y la urgencia de esta situación?
En el último bloque se abordan Los Desafíos y la Prospectiva. Sobre una lista de los desafíos planteados por el instrumentum laboris se solicita a los encuestados que hagan priorizar por urgencia y relevancia. Este es el dato tal vez más interesante para validar la hipótesis que venimos desarrollando. Todos queremos y descubrimos como primera prioridad la formación pero parece que ninguno tiene muy en claro cómo obtener mejores resultados que los hasta ahora obtenidos. Así sobre el primer desafío para la escuela católica en el mundo se dice: “Así pues, se aprecia que, en primer lugar, el desafío más valorado por todos los encuestados es el de la formación a los enseñantes, de los educadores. Es sin duda uno de los desafíos más apremiantes de la educación actual, así lo reconocen todos los expertos y los informes internacionales. Basta citar el informe Mckinsey de 2007 que nos dijo con rotundidad que “la calidad de un sistema educativo no puede ser mayor que la calidad de sus profesores”. La calidad y el servicio de la Escuela católica hoy y mañana va a depender de la calidad de sus agentes, de sus competencias educativas, de su testimonio, calidad y coherencia de vida.” (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 201) No quedan dudas de la relevancia que se está dando al tema en esta investigación y la importancia que tiene para todas las escuelas católicas poder diseñar y proponer trayectos concretos que respondan a su identidad y misión. El tema de la identidad de la Escuela Católica como desafío aparece con una valoración alta pero en séptimo lugar. Sin embargo al mirar la dispersión según continente podemos colegir que en nuestro continente americano este desafío es más relevante que otros. (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 215) A continuación se plantea el tema de las dificultades de la Escuela Católica en este siglo que avanza. En esta respuesta cualitativa recibe un buen caudal de aportes “Dificultades del Docente”. Veamos que se dice: “Al abarcar esta temática son muchas las variables que hay que tener en cuenta, pues unas proceden de la falta de reconocimiento social e institucional, y otras de la desmotivación que esta circunstancia les provoca en su labor docente. En cuanto a la primera, encontramos respuestas acerca de su retribución económica y han sido 51, entre las respuestas más destacadas están: “baja retribución”, “trabajo poco valorado económicamente” y “salario no acorde al trabajo realizado”. Otra de ellas era la inseguridad laboral, que solo la han considerado como un problema 6 personas aludiendo a “contratos de corta duración” o a “sustituciones temporales”. En cuanto a la segunda, se valora el cierto nivel de estrés (4), la falta de autoridad (3) o la falta de formación (12). Con más peso aparecen las respuestas acerca de la falta de compromiso del profesorado (40) tales como: “los docentes no asumen sus responsabilidades” o “el docente no innova”. Así mismo, destacan la falta de motivación de los docentes (51), haciendo hincapié en que “no se respeta al docente”, pero ni desde las instituciones ni desde el entorno escolar. Esta última respuesta prácticamente podría ser la consecuencia de todas las anteriormente descritas.” (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 227) Otro aspecto que genera dificultad es el contexto y concretamente la relación de los gobiernos con las escuelas católicas: En él encontramos como factor primordial la intervención estatal abusiva, siendo 29 personas las que responden que es la mayor problemática existente en la comunidad educativa, afirmando que “el gobierno boicotea a las instituciones educativas que no son afines a ellos”, “la intervención del gobierno se centra en el adoctrinamiento” y “represión estatal”. (OJEDA ORTIZ (coord.), 2014, pág. 230) Hasta aquí el informe de investigación preparado para el Congreso Mundial de Educación Católica organizado por la Congregación Vaticana y la OIEC. Según se puede colegir de la información brindada es muy actual el tema de la formación de los docentes de las escuelas católicas y en especial en relación a la Identidad y misión de la misma.
A modo de Conclusión. Es una urgencia eclesial responder a esta problemática mundial en cada uno de los lugares donde la Iglesia desempeña su misión educadora. La Argentina es un país de fuerte presencia y tradición en la educación católica pero curiosamente casi no existen investigaciones en nuestro país sobre este subsistema (OCAMPO, 2012). Menos aún que den cuenta de espacios de formación docente continua o permanente que tengan como centro la formación en la Identidad y Misión de la Escuela Católica. La cuestión de fondo es la identidad real de las escuelas y universidades que tienen el nombre de Católicas. El Dr. Daniel Lasa en trabajos recientes (LASA, 2012) (LASA, 2009) ha mostrado algunos de los grandes problemas de la secularización que genera en el seno de la propuesta educativa de las instituciones eclesiales con el riesgo de negar en la práctica los fundamentos que de hecho sostienen su identidad y misión. Estudios en países sobretodo anglosajones demuestran un progresivo deterioro de la “catolicidad” de la propuesta de las escuelas y universidades en muchos sentidos (GRACE, 2007) (ENGEBRETSON, 2014). El contar con estos trabajos, inexistentes en nuestro contexto argentino, permite tener información y reflexiones interesantes para la toma de decisiones de los distintos agentes de política educativa eclesial. El documento que orienta desde CELAM (Conferencia Episcopal Latino-Americana) la misión de las escuelas católicas de América Latina tiene como subtítulo justamente: “Identidad y misión de la escuela católica en el cambio de época, a la luz de Aparecida” (CELAM, Vayan y enseñen, 2011). Como deja claro este subtítulo es un tema relevante, central y actual para todo Latinoamérica. No se trata de formalmente ser católico sino realmente serlo. Por ello afirma el texto: “El currículo no solo será integral, sino también evangelizador, en toda la gestión educativa” (CELAM, 2011, pág. 5). Dicho en otras palabras: “Para ello, en esta nueva época se necesita actualizar, reforzar o rescatar la identidad de la Escuela Católica, en la que, a través de la transmisión sistemática y crítica de las ciencias, el saber y las culturas, Jesucristo sea conocido, amado, seguido y anunciado con ardor, como el hombre perfecto y fundamento de todo, en quien todos los valores humanos encuentran su plena realización, para promover y transformar el sentido de la existencia, para pensar, querer y actuar según el evangelio. (DA 335, 337)” (Vayan y Enseñen, 3) Los verbos “actualizar, reforzar o rescatar” expresan claramente una necesidad de la Iglesia que debe ser atendida. Incluso el documento en el punto 33 denuncia que muchas escuelas por intereses de otro tenor han perdido su identidad y misión católicas. Es importante destacar que esto exige una verdadera conversión de las comunidades educativas: “Esta nueva manera de afrontar el compromiso de la educación y la función de las escuelas católicas, para una nueva época, requiere la conversión de maestros, familias y comunidades educativas.” (Vayan…, 7) De esa conversión general se enfatiza en los docentes y directivos la conversión pedagógica que tenga en su centro la síntesis entre fe y ciencia, que garantice la novedad necesaria pero mostrando coherencia con la tradición y la esencia de la pedagogía cristiana (Vayan…, 34). En este sentido y hablando específicamente de los docentes dice: “De este modo todo educador, desde lo específico de su profesión docente, debe ofrecer un servicio a la evangelización de sus estudiantes, siendo corresponsable con la misión de la Iglesia.” (Vayan…, 30) Toda la segunda parte del documento latinoamericano gira en describir las características y funciones de los distintos miembros de la comunidad educativa para que sea real la misión continental convocada por el Documento de Aparecida. Es significativo lo que se menciona del educador directivo y del docente en relación al tema de nuestra investigación ya que se muestra la obligación de tener procesos de formación permanente en esta identidad y misión específicas. Es importante decir que la Universidad Católica de Santiago del Estero (UCSE) ha sido protagonista de una iniciativa en este sentido. Desde el año 2006 se lleva adelante la formación universitaria para docentes de “Educadores Cristianos desde el Carisma Escolapio” en convenio entre la Orden Escolapia y la UCSE. Este espacio formativo ha tenido modificaciones en la acreditación Universitaria a lo largo de este período. Hoy los egresados reciben el título de “Expertos en Educación Cristiana desde el Carisma Escolapio”. Celebramos estos diez años de trabajo compartido que ha permitido una formación de calidad y específica del ser católico de las instituciones escolapias a más de 120 agentes educativos de todo el país. Esperamos que sea estímulo y horizonte para muchos otros centros de formación católicos que deben asumir la responsabilidad y el compromiso de este desafío central y sustantivo de la formación docente continua en la identidad y misión de la educación católica. Existen experiencias aisladas e intentos parciales que deben evaluarse y a partir de ellas generar en red global (a nivel país o regional) donde se garantice opciones sistemáticas, eficientes e integrales de formación inicial y continua en la identidad y misión de la educación católica. Es necesario que nuestras instituciones tomen cartas en el asunto y se decidan a disponer recursos y medios para enfrentar este desafío. Los centros universitarios católicos y los I. S. F. D. de la iglesia no pueden evadirse o excusarse de este asunto que se vuelve medular para el futuro de las escuelas católicas si quieren ser tales. Tal vez el inicio sea dedicarnos a discutir y a investigar qué está pasando de hecho dentro y en torno de nuestras instituciones católicas. Referencias BibliográficasCELAM. (2011). Vayan y Enseñen. Bogotá: CELAM – SM. ENGEBRETSON, K. (2014). Catholic Schools and the Future of the church. New york – London – New Delhi – sydney: Bloomsbury. GRACE, G. (2007). Misión, mercados y moralidad en las escuelas católicas. Un estudio sociológico sobre educación católica. Bs. As.: Santillana – EDUCA. LASA, C. D. (2009). La educación católica en crisis. Krinein. Revista de educación, 59-75. LASA, C. D. (2012). Educación, laicismo aggiornado e iglesia católica. Pág. Educ. [online]. 2012, vol.5, n.1 [citado 2015-12-30], pp. 37-53 . Disponible en: <http://www.scielo.edu.uy/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1688-74682012000100003&lng=es&nrm=i. Pág. Educ. [online], vol.5, n.1, 37-53. OCAMPO, M. M. (2012). Modelos escolares católicos y cultura escolar. Pág. Educ. [online].vol.5, n.1, 55-78. OJEDA ORTIZ (coord.), J. A. (2014). INVESTIGACIÓN SOBRE EL INSTRUMENTUM LABORI: Educar hoy y mañana. Una pasión que se renueva. OIEC – Congrgación de Educación Católica.
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