Por Juan Pablo Salomón |
El miércoles 11 de noviembre Gaspar Risco Fernández ha venido a Santiago del Estero a presentar su libro: “Ernst Ingmar Bergman: una aproximación filosófico teológica a su mundo iconográfico”, publicado por Alción Editora en el año 2014. En esa oportunidad Trazos pudo dialogar con él acerca de las significaciones y características de la producción cinematográfica de este sorprendente creador. J.P.: Gaspar, ¿Por qué Bergman? ¿Qué lo lleva a interesarse por su cine? D.R.F.: El lenguaje cinematográfico que emplea. Eso me parece clave. J.P.: Estamos hablando de encuadre, movimiento de cámara… D.R.F.:¡Claro! Exactamente eso. Estoy hablando de Bergman como realizador de cine, como cineasta. Luego él va a dedicarse a la televisión, pero no me he dedicado a verlo en esa faceta de realizador. Mi posición directa ha sido ver a Bergman cineasta. J.P.: Incluso, en ese momento, llegaba su producción cinematográfica, no la televisiva. A Bergman se lo conoce en Latinoamérica tras una presentación en el festival de cine de Punta del Este. D.R.F.: Por eso los uruguayos lo conocen bastante, sobre todo en ese aspecto. J.P.: ¿Qué significa Bergman para usted? D.R.F.: Es un creador de imágenes sobre la intercomunicación humana. Eso es lo central. Sobre todo en el tema de amor y fundamentalmente en pareja. J.P.: Ha tomado un rango temporal comprendido entre los años 1946 y 1966. D.R.F.: Es ahí donde, precisamente, pasa esto que le estoy diciendo. Ya comienza a notarse fogonazos de una cosa muy valiosa. J.P.: He leído en el prólogo que es un texto que ha redactado hace mucho tiempo. D.R.F.: Y ¿qué le parece? ¡Hace más de 30 años! Era un momento en que no se publicaban los guiones al público. Entonces, yo me pasé hasta 10 proyecciones de cada película para rearmar el guion plano por plano, escena por escena y los publiqué, todos, en La Gaceta Literaria. ¡Eran páginas enteras! J.P.: ¿Qué significaba ver, ese cine en particular, en aquellos años? En ese momento era un Bergman en construcción D.R.F.: Era ir descubriendo su perfeccionamiento. Eso era lo importante del debate en el cineclub. En aquel momento, yo volví de España donde me formé y donde ya había comenzado, en la universidad, con el tema cine y con películas, etc., que ya debatíamos. Entonces aquí, sobre todo en los colegios y las iglesias, produjimos una red de bastante juventud: muchos colegios, chicos, chicas que estábamos organizados. No teníamos la facilidad, la disponibilidad técnica que existe hoy, la cual es despampanante, de tener la cinta o el celuloide. No lo teníamos. ¿Qué hacíamos? En el diario, publicábamos “tal día”, a “tal hora”, en “tal parte” se va a proyectar la película y en esas proyecciones comenzamos a armar los ciclos de cineclub. J.P.: Mientras repasaba algunos puntos interesantes en su libro, conversaba con unos amigos con los que comparto cierta afición por el cine sobre la complejidad técnica de ese momento. En la actualidad, es impensado llegar a ese grado de organización para ver y/o analizar una película. Hoy la descargas de internet o encuentras el guion listo para descargar y compartir. D.R.F.:Veíamos la película en el cine. Aquellas que nos gustaba y nos interesaba eran difundidas. Publicábamos por la Gaceta sobre cuando se iba a proyectar de nuevo e íbamos a verla. Y la gente se pasa horas haciendo eso. No es como ahora que pasan la película e inmediatamente viene uno que habla y prácticamente le da servida la interpretación. J.P.: ¿A qué se refiere con “Cine Sacramental”? D.R.F.: Le explico: he sido seminarista. Desde los 8 años y hasta los 24 años estuve convencido de que mi vocación era el sacerdocio. De hecho llegué a la universidad de Salamanca y allí estudié toda la filosofía y teología. Ya había empezado aquí en el seminario de Catamarca, que por entonces era un seminario muy importante. Y después pasé a San Miguel de los Jesuitas, en Buenos Aires, y de ahí me mandaron a España. Allí, pesar que estaba Franco y que Perón había dictaminado que los que estudiábamos en España no podíamos salir de allí a no ser que sea para volver a hacer el servicio militar en Argentina, era una cosa viva. Con esto pretendo contextualizar. Por otro lado, Bergman era hijo de un pastor protestante, lo que fue motivo de una serie de enfrentamientos entre padre e hijo. Pero una cosa buena tenían: de muy chico, acompañaba a su padre cada vez que salía al campo, a las iglesias campesinas a oficiar misas y se extasiaba estudiando las paredes de los edificios de la iglesia, las pinturas y va armando un mundo de imágenes religiosas. Se despierta en él, sin darse cuenta, su entusiasmo. Todo esto resulta muy importante para la construcción de sus primeras películas pues reflejan lo que él ha vivido en su contexto familiar: los problemas del padre, de la madre, su infancia y juventud. El carácter sacramental es muy novedoso en el cine Bergman. Había algunos antecedentes sueltos, pero con la profundidad con la que él lo ha hecho y con su manejo cada vez más perfecto ha hecho algo formidable. Tiene que ver con la iglesia: de la misma forma en que se da una misa, y esa misa tiene todo un universo y ritual en orden a lo religioso y a lo divino, de esa misma forma se plasma en las películas de Bergman. Sobre todo en la trilogía compuesta por “Detrás del vidrio oscuro,”, “los Comulgantes” y “El Silencio”. ¿Porqué sacramental? Porque eso que se hace en lo religioso, en el altar, en la misa y en la prédica, él lo hace cinematográficamente. J.P.: Usted descubre una transposición de los rituales y la carga simbólica de ciertos espacios y eventos de la iglesia, fundamentalmente, en estas tres películas. D.R.F.: Es absolutamente nuevo y más aún, crea algo religioso para el cine; toma el ritual religioso y lo convierte en una pieza cinematográfica. Es una creación nueva. J.P.: ¿Cuál cree que es el aporte que le hace a la iglesia cristiana? D.R.F.: Normalmente, cuando nos referimos a lo religioso, y sobre todo lo divino, resulta que no es materia, no se toca ni se palpa. Es espiritual y no se preveía que fuera a haber otra forma de manifestación que no sea el rito qué se hace; hasta entonces, el cine no había pasado a una relación con la iglesia. Este hombre logra construir esta relación con la iglesia. Y logra hacerla con una profundidad fenomenal. __________________________________________________________________ Gaspar Risco Fernández es Licenciado en Filosofía por la Universidad Pontificia de La Salamanca en 1953 y Licenciado en Teología, por la misma Universidad en 1956, entre otros títulos. Ha desempeñado la docencia en la cátedra de Historia de la filosofía Medieval en la Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino y en la Universidad Nacional de Tucumán, además de otras actividades docentes. Entre 1966 y 1971 fue Presidente del Consejo Provincial de Difusión Cultural, a partir del cual se promovió la formación del “NOA cultural”.Apasionado amante del cine, en los años en que fue dejado cesante por la dictadura militar, desde 1978 hasta su reintegro a la cátedra con la democracia, se dedicó a la producción sobre el cine de Bergman, la que se difundió parcialmente en diarios y revistas. Es autor de numerosos libros y artículos, dos de ellos editados por Ediciones UCSE. Entre sus libros se destacan Cultura y Región (CER, 1991), Cultura y Doctrina Social de la Iglesia (Ediciones UCSE, 1992), Papeles para una Teología de la Comunicación (Ediciones UCSE, 1995), y el recientemente presentado Ernst Ingmar Bergman: una aproximación filosófico teológica a su mundo iconográfico (Alción, 2014). |