Por Juan Pablo Salomón

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El viernes 25 de septiembre Alejandro Castro Santander estuvo presente en la UCSE para dictar el Seminario “Gestión de la convivencia y prevención de la violencia en las Instituciones Educativas”, un tema de creciente actualidad que preocupa a todos los actores de las instituciones escolares. El Licenciado Castro Santander es docente e investigador y se desempeña como Director del Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica Argentina. En esta oportunidad, dialogó con Trazos sobre esta problemática 

J. P. S.: ¿De qué hablamos cuando hablamos de convivencia escolar?

A. C. S.: La convivencia es la forma que tenemos, en el espacio donde estemos, de crear buenas relaciones. Trabajar a gusto. Dialogar a gusto. Poder desarrollarnos como corresponde. Y hoy estamos empleando un término que acompaña el tema de la “convivencia” y que es “bienestar”. Esto que algunas organizaciones hablan de Bienestar Subjetivo: cómo podemos hacer para que en ámbito de trabajo en donde estemos, a través de una buena convivencia, la percepción que tenga sea de bienestar. Y no como está pasando hoy, así como pasaba antes, en otro momento, uno hablaba de estos chicos que padecían el “Síndrome de domingo por la tarde”, chicos que estaban pensando el “lunes vuelvo a encontrarme con estos compañeros, con estas situaciones. Hoy, a este síndrome, lo están padeciendo algunos docentes también. No se sienten bien en este ámbito de trabajo. Por muchas razones: porque a los chicos no les interesa el estudio,  porque los padres no están cerca y a veces son críticos, a veces las direcciones y supervisiones le exigen demasiadas cosas y lo sacan de sus tareas más pedagógicas. Muchas cosas que hacen que la gente no esté contenta.

Nosotros le hemos puesto un título más general a esto: El Clima Social Escolar. Cuál es la temperatura social; conozcamos cuales son los niveles de encuentro y desencuentro. ¡Algo tan básico! Porque lo educativo, el proceso de enseñanza-aprendizaje, es un hecho comunicativo. Yo me tengo que comunicar con el otro: el docente con el alumno, el alumno con el docente y con los compañeros; es toda una relación de comunicación. Hoy están fracturadas. Los climas que se generan, la indisciplina y la violencia están boicoteando la calidad educativa, a tal punto que, antes, el tema de la convivencia era un elemento más entre tantos; la capacitación docente, capacitación del directivo, inclusión de las nuevas tecnologías, participación de la familia y la convivencia. Hoy, la convivencia, ocupa el primer lugar. Y las cifras de países que lo han medido concretamente muestran cuanto favorece el aprendizaje de la lengua y, hasta, de la matemática. No es un tema menor. No podemos seguir diciendo “chicos, pórtense bien”. Hay que tomar, enserio, medidas de prevención como alertas tempranas para trabajar todos estos fenómenos porque sabemos que hay cosas que se pueden hacer, que mejoran esto y no solamente –esto es un detalle importante y por ahí me peleo con algunos colegas- crear buenos climas para que los chicos estén bien, para que los chicos aprendan mas, sino porque, de alguna manera, si esto lo hacemos bien, los chicos se encuentran bien, son empáticos, son asertivos, se comunican bien, mejoran su autoestima… el día de mañana mejoran su autoestima. El día de mañana, van a ser otros ciudadanos, ciudadanos distintos mejores de lo que hemos sido nosotros. Esto es construir ciudadanía.

 J. P. S.: Acaba de identificar, claramente, a la comunicación como un eje central dentro de este cambio de paradigma. ¿Qué rol cree que cumplen los medios de comunicación, la exposición de algunos hechos de violencia en ámbitos escolares, la construcción de identidad del adolescente?

A. C. S.: Es importantísimo. Es más, sabemos, hoy, que es un agente educativo importantísimo que tiene una gran influencia. ¿Por qué? Porque con todo su entorno, su forma de llegar a los chicos sabemos que pueden llegar a ser mucho más motivante que lo que puede llegar a ser, a veces, un docente. Ya no hay que considerar tanto la comunicación social o la prensa, la difusión de determinadas cosas como si fueran formadores de opinión y nada más. Creo que hoy son agentes educativos y deben asumir esa responsabilidad. ¿Qué digo? ¿Cómo lo digo? ¿Cuándo lo digo? ¿A quién se lo digo? ¿En qué momento lo digo? La intencionalidad con la que lo digo; pensar en construir, pensar que hay un chico que está aprendiendo cual es el modelo de “chico”, cual es el modelo social que quiero. Volvemos al tema de la ética en la comunicación, que no es un tema menor entre los comunicadores sociales. Es un tema que supera la escuela. Educadores, hoy, somos muchos más que antes: primero se decía “educación, escuela”. No. Es familia, escuela, medios de comunicación y responsables de políticas. Todos tenemos una responsabilidad, el tema es que hablamos con distintos lenguajes, no compartimos los criterios, hay un gran desencuentro. Criticamos a los medios, pero no vamos a hacer nada, o por lo menos intentar que lo medios mejoren, si la relación entre escuela y familia no es buena. Hay un desencuentro primario, un pacto socio-educativo roto entre la escuela y la familia. Mientras no se reestablezca, mientras no haya una amistad entre ambos, olvidémonos de salir a plantear qué pasa con los medios porque lo primario no lo tenemos resuelto.

J. P. S.: Pensando la escuela como ámbito público, gratuito y laico que es cuestión de Estado desde que la Argentina es Estado, prácticamente, ¿Cuál es el su rol, el del Estado, en esta nueva forma de interrelación entre la escuela y la familia?

A. C. S.: Creo que está dejado a la espontaneidad. Creo que no está pensado. Está en el discurso, a veces, pero no está pensado.

A mí me gustaría que, hoy o para el futuro, tuviéramos un proyecto educativo nacional complejo que considere todas estas dinámicas que estamos hablando. No basta con una ley, como llaman por ahí, anti-bullying – que, en realidad, no le hace ni cosquillas al bullying -. Necesitamos una ley compleja de convivencia donde integre todo: las distintas violencias, las indisciplinas, la violencia entre los docentes, la violencia entre los docentes y los padres; todo lo que hoy conocemos, que forma parte de la investigación desde hace muchísimos años, tendría que estar contemplada, no desde lo negativo necesariamente, sino desde lo preventivo. Todo lo que hemos hecho, hasta ahora, tiene que ver con el control, con la reacción. Bueno, ¿Cuándo vamos a trabajar en lo preventivo? La mejor prevención para la violencia – que dijimos que, en general, es una conducta aprendida – es la educación. Entonces, ¿cómo podemos hacer para educar lo pro social, la conducta social, educar la emociones – lo que llamamos la alfabetización emocional -? ¿Por qué? Porque forma parte de la realidad del ser humano.

¿Es, solamente, esperar a ver qué pasa con el bullying y entonces hacer un protocolo para ver cómo actuó? ¿O empiezo a hacer otras cosas desde lo educativo junto con la familia para disminuir, dentro de cinco años o diez años, los niveles de violencia? Son desafíos! De hecho, están las experiencias: el programa KiVa (Kiusaamista Vastaan) en Finlandia, el programa ANDAVE (Andalucía Antiviolencia Escolar) en España… Son muchísimos los que vienen trabajando hace muchísimos años en esto, modelos complejos, de gestión compleja de la convivencia para evitar estar, después, quejándonos; y no solamente de la escuela, sino de los jóvenes y adultos que van a ser parte de la sociedad.

J. P. S.: Para cerrar, ¿qué se puede hacer? Desde la óptica individual o la óptica institucional.

A. C. S.: Salgamos de la macro política y metámonos en la micro política institucional: creo que tiene que estar, dentro de los proyectos educativos, muy claro este aspecto de la convivencia. O sea, tiene que haber un “curriculum de la buena convivencia”, tiene que estar pensado, estratégicamente, como una prioridad pedagógica. ¿Por qué? Porque si no se trabaja bien no se puede dar el hecho educativo, el docente no va a poder enseñar y el alumno no va a poder aprender ni lengua, ni matemáticas, ni ciencias naturales, ni ciencias sociales. Hoy nos está pasando que hay escuelas que están siendo abandonadas. Son escuelas fantasmas a las que ya no quieren ir nadie: ni alumnos, ni docentes ni directivos. Esto porque la violencia se ha ido desarrollando como una enfermedad y el paso lógico fue ese con climas insoportables para que se dé lo educativo. ¿Vamos a meter la policía adentro? ¿Apelar al autoritarismo o a conductas violentas? ¿Justamente para enfrentar la violencia? No tiene sentido.

El tema es cómo se gestiona, como se piensa desde un proyecto donde se involucra todo: a los docentes, a los chicos, la familia y al entorno de la escuela. Estos mensajes: “A la escuela hay que cuidar”, “la escuela es de todos”, “la escuela puede ser transformadora social”; entonces recupera la autoridad que ha perdido – qué no tengo dudas de que la ha perdido y, junto con ella, el docente y el directivo, como la han perdido los padres -.  Creo que es esto: armar un buen proyecto educativo que, ojalá, estuviera acompañado por un programa nacional de convivencia escolar, un programa provincial e convivencia escolar para que la escuela pueda, en base a su realidad, ver que está pasando para ver qué hago y no estar atajando, todo el tiempo, a la violencia. Salir al encuentro de todo esto desde lo educativo. 

El Licenciado Alejandro Castro Santander es Psicopedagogo Institucional (Universidad Católica Argentina), Especialista en Gestión de la Convivencia Social y Escolar y Lic. en Gestión Educativa (Universidad del Aconcagua – Argentina). Es Profesor de las cátedras de “Problemática educativa de niñez, adolescencia y familia” y de “Gestión de Instituciones Educativas” en la Universidad Católica Argentina. Es autor y guionista de videos educativos y se desempeña actualmente como Director del Observatorio Internacional de la Violencia Escolar, entre otras actividades. Autor de Libros y publicaciones varias sobre la problemática de la violencia escolar: “Desaprender la Violencia. Un nuevo desafío educativo” (Ed. Bonum, Bs. As., 2004), “Analfabetismo Emocional” (Ed. Bonum, Bs. As, 2005), “Convivencia sin Violencia” (Ediciones Dinámica Educativa, 2004), “Violencia silenciosa en la escuela. Dinámica del acoso escolar y laboral” (Ed. Bonum, Bs. As., 2006), “Un corazón descuidado. Sociedad, Familia y Violencia en la Escuela” (Ed. Bonum, Bs. As.2009)