Por Ernesto Picco |
Uno de los primeros libros de Lila Luchessi, publicado en 2004, se llamó“Los que hacen la noticia: periodismo, información y poder”. Ella confiesa que le guarda especial afecto entre los otros que ha escrito y compilado, pero advierte: “Ya es un libro viejo, porque era una etnografía sobre las redacciones en una época en que todavía no se habían instalado las redes sociales. Hoy la cosa ya ha cambiado completamente”. Ese cambio entre el 2004 y la actualidad, motorizado por la digitalización, las redes sociales y las hipermediaciones ha sido eje de gran parte del trabajo de investigación y docencia de Lila Luchessi en los últimos diez años. En el marco de la Semana de la Comunicación llegó a Santiago del Estero para dar un taller sobre el paso del periodismo tradicional al webperiodismo. En un alto de la actividad nos concedió una entrevista en la que hablamos sobre las transformaciones en el oficio, el problema de la inclusión digital, la incidencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Todo ello atravesado por las distancias – las concretas, las imaginarias y las falsas – entre el periodismo y la producción de contenidos en Buenos Aires y las provincias. EP: En el curso has hablado del peligro del periodismo sin periodistas. También has puesto en duda de si hoy por hoy podemos hablar en realidad de periodismo. ¿Por qué? LL:Me parece que es adecuado pensar en producción de contenidos más que periodismo. Porque lo real es que se generan un montón de contenidos que uno no podría decir que no son tales, pero que no necesariamente cumplen con parámetros básicos periodísticos. Y además que alguien que gestione contenidos puede ser muy bueno en eso, y tener muy claras pautas de entretenimiento y no saber gerenciar información. Muchas veces se presenta información incompleta, errónea, que por ahí en términos estéticos o de formulación están bien, pero no cumple con parámetros básicos de periodismo. Y por otro lado lo que está roto es la idea de periodicidad. En la medida en que lo instantáneo se antepone a cualquier forma de periodización: el factor tiempo y la periodización, que era lo que le daba el nombre a la profesión de periodismo. Ahora lo que importa no es cómo se periodice o regularice, sino que salga instantáneamente. Entonces a lo mejor estaremos hablando de contenidos informativos o de otras cosas. No es muy riguroso llamarle periodismo a algo que se caracteriza por no poder periodizarse. EP: Vos hablas de una figura que le pertenece a Omar Rincón, que es la de la del periodista como DJ del medio. ¿Puedes explicarnos eso? LL:El planteo que hace Omar es el que dice que ya había quienes hablaban de la curaduría de periodismo, que el periodista iba a ser una especie de curador de arte, que iba a armar una suerte de muestras informativas. Omar dice que en realidad es un DJ en el sentido de hacer mezclas en función de los aportes que van haciendo otros y produce un contenido nuevo, del mismo modo que el DJ va haciendo música nueva con fragmentos de música de otros. EP: Y vos citabas a Pappo también, que dice que el DJ no toca. LL:Esto no lo dice Omar, pero tomando lo suyo podemos decir que el periodista digital probablemente sería al periodismo tradicional lo que DJ Dero sería a Pappo. Pappo es un excelente guitarrista y Dero es un excelente DJ, pero la pelea no tiene mucho sentido porque los dos hacían cosas distintas. Pappo componía y ejecutaba música y Dero lo que hace es mezclar fragmentos de composiciones de otros. Que no está mal, que da un producto nuevo, pero no es comparable con hacer música. EP: ¿Y podemos comparar el hacer música con el periodismo literario o la crónica? LL: No sé. La crónica literaria tiene una larguísima tradición en el periodismo argentino. Hablar de Nuevo Periodismo en Argentina en el sentido de Tom Wolfe en el sentido de la narrativización y que empieza con la Sangre Fría de Capote, no tiene mucho sentido. Yo creo que en la Argentina el nuevo periodismo empieza con La Excursión a los Indios Ranqueles, de Mansilla. Hay antecedentes muy previos al nuevo periodismo norteamericano en la narrativa latinoamericana. El Facundo de Sarmiento, obras de Martí. Obras que uno puede encontrar publicadas periódicamente, que están narrativizadas, que tienen todas las características de A Sangre Fría, pero que se publicaron entre cien y ochenta años. Aquí tendemos a buscar categorías que ponen otros, sin mirar lo que tenemos previamente, y a mí me parece un error eso. Siempre hay que buscar en el origen propio. Y porque haya un auge latinoamericano de la crónica, uno no puede decir que es un fenómeno nuevo, yo diría que es una tradición. EP: Hablemos un poco de las audiencias, que es eje de tu trabajo. Se ha escrito mucho sobre el papel activo que han adquirido con internet y la mutimedia. Pero yo te quería preguntar por las brechas. ¿Qué pasa con la gente que está desconectada, que es un tema que por ahí es significativo en el interior, donde hay niveles de conectividad más bajo? LL:En general las mediciones no dan que haya mucha gente por fuera del sistema de conectividad. La verdad que es alto. En fines de los 90 estábamos muy preocupados por las brechas. Yo diría que no es lo más me preocupa en este momento. Porque la verdad es que hay toda una serie de políticas públicas que tienen que ver con incluir digitalmente a las ciudadanías. Conectar Igualdades muy relevante en el sentido de la apropiación no solamente de un hardware que el Estado provee a chicos que estudian en el secundario. Sino también el uso familiar y la apropiación que puede hacerse de ese hardware por parte de las familias, y también conlleva apropiaciones del lenguaje. De repente una abuela que nunca pensó que iba a mandar un e-mail se sienta con el nieto y generan nuevas formas de resocialización. Conectar Igualdad es una gran cosa que nos pasa a los argentinos, porque no solamente achica la brecha de inclusión y exclusión digital, sino que genera resocializaciones que uno pensaba que no iban a ocurrir nunca. Me parece que con el parque de teléfonos que hay en el país no podríamos hablar de brecha tecnológica en el sentido que hablábamos a fines de los 90. Hay más de un teléfono por habitante. Ya con eso estaríamos casi cubiertos. Además porque la tendencia es a la centralización y el uso de elementos digitales a los teléfonos. Uno tenía muchos gadgets en otro momento y ahora se resumen en un Smartphone. A mí no me preocupa tanto la brecha en orden al acceso. Por ahí nos podríamos preocupar más de cómo se participa una vez obtenido el aparato. No me parece que tengamos que preocuparnos tanto por la inclusión. Acceso hay, aunque haya quien se autoexcluye, o un caso muy puntual que quede excluido de las políticas públicas. Y no solamente en torno a la entrega del hardware. Se ha capacitado gente, maestros y los chicos que han desarrollado saberes innatos que a veces saben más que los maestros capacitados. Eso hace una diferencia sustancial. Lo que sí hay que ver es cómo se hacen apropiaciones de otro orden del lenguaje. Ver cómo no duplicamos culturalmente algunas cosas que criticamos. El problema más grande es el proceso cultural que haya que dar. Entregar gratis es fácil, si tienes presupuesto lo haces. Ahora, el tipo de apropiación cultural que pueda dar cada sector es más complejo. Porque eso tiene que ver con qué herramientas y cómo se posicionan ante esa posibilidad de inclusión .Y eso me parece que va a llevar años. Las políticas de Estado tienden a corregir ciertas situaciones injustas, pero los cambios culturales no se hacen por ley. Me parece que por lo menos la base inclusiva respecto de la posibilidad de tener el hardware y aprender el software hace diez años no estaba y ahora está. EP: Hablando de leyes, la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual no legisla internet. ¿Este debate está ausente en Argentina? ¿O ves que se pueda empezar a dar? ¿Cómo lo ves? LL: Yo creo que hay alguna gente que sí está preocupada. Que hay algunos legisladores que vienen trabajando en el tema. Que las empresas operadoras tienen algún grado de preocupación. Me da la impresión que la experiencia de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual está siendo capitalizada por otros que trabajan con insumos digitales, porque claramente hubo una especie de subestimación del Estado y de la Ley por parte de los medios que se veían afectados. Pensaban que no se iba a aplicar. De hecho a mí me gustaría que esté aplicada en su totalidad. Hay cosas de la ley que todavía están en veremos, y que podrían haberse resuelto independientemente de qué ocurra o no con el Grupo Clarín. Pero de todas formas hubo una subestimación de los grupos concentrados de que el Estado no se iba a meter con ellos, de que no iba a ir en profundidad. Y realmente fue uno de los procesos más interesantes que me tocó vivir a lo largo de mi historia. Desde que yo tengo memoria nunca vi un proceso más democrático que ese. EP: Ahí sí hubo un proceso cultural más de fondo. LL: Sí, de apropiarse de la ley. Ahora lo que falta es el proceso cultural de cambiar qué es lo que miramos los argentinos en televisión. En general tiende a tener más éxito el fútbol y los programas de entretenimiento del estilo de Tinelli, que los programas concientizadores. Y me parece que el tema de la concientización tiende a subestimar a la audiencia. Alguien que trabajó doce horas y llega a la casa no tiene ganas de que lo concienticen. Tiene ganas de relajar un rato y no está mal que piense en el entretenimiento. Yo pregunto ¿No es viable hacer un entretenimiento con otra lógica en los canales que son alternativos a los comerciales? Ahí hay un gran producto como Canal Encuentro, que teniendo en cuenta que depende del Ministerio de Educación, hace unos productos de divulgación científica que cruzan con el entretenimiento y es de gran calidad. INCAA TV es un gran canal también, que se puede ver una producción que no se ve en otro lado. Y no es tedioso ni quiere concientizar a nadie, y es buenísimo y uno tiene el placer de verlo si se expone a esa programación. EP: Ahí entra también una discusión sobre qué se le da a las audiencias. Uno ve los rankings de lectura de los portales de noticias y siempre gana policiales, gana espectáculos… LL: Sí, en términos periodísticos. Los consumos periodísticos son diferentes a los otros consumos. Una cosa es cierta pulsión de información y otra cosa es entretenerse. Y no es casual que las ofertas periodísticas tengan tanto cruce con el entretenimiento, porque hay como una avidez por entretenerse. Pablo Boczkowsky y Eugenia Mitchelstein en un libro maravilloso que se llama The News Gap [La Brecha de las Noticias] ellos plantean que hay una brecha entre los intereses de los periodistas biempensantes, que dicen qué es lo que hay que saber, y lo que efectivamente consumen las audiencias, que tiene que ver con las secciones más blandes, policiales, entretenimientos, deportes. Ellos dicen que no hay una despolitización ni nada por el estilo. Que se producen dos fenómenos interesantes. Por un lado que este uso que hacen las audiencias, esta rebeldía respecto de lo que les plantean los medios, está buena porque les corre el poder de fijación de agenda. Y por otro lado que lo que las audiencias hacen es una especie de uso racional del tiempo, en el que le dedican tiempo a los temas duros en las situaciones de crisis o en los momentos electorales. Entonces a mí me parece eso muy interesante, porque hay una especie de estigmatización de la audiencia, si está idiotizada o es apática. Y lo real es que luego votan en función de cuestiones mediáticas y no mediáticas. No sólo con información proporcionada por los medios convencionales, sino que votan también con su propia experiencia. EP: Vos sos una persona que se ha formado en Buenos Aires y trabajas ahí pero también trabajas en provincias. En el curso ha surgido la cuestión de cierto complejo de inferioridad o baja autoestima que hay en las provincias respecto de sus propios medios de comunicación y sus propias potencialidades. Vos decías que esto no es así. ¿Cómo lo ves y con qué particularidades te encuentras vos de diferente en tu experiencia en provincias? LL:La Argentina es un país sumamente centralista, que tiene los ojos puestos en Buenos Aires todo el tiempo, que todo funciona ahí. Y a veces se supone que en Buenos Aires pasan cosas que por ahí no pasan, y eso hace muchas veces que los desarrollos concretos que hay en determinados lugares no sean vistos de ese modo, porque en la comparación con el supuesto sobre lo que pasa en el centro se siente menos. Yo a mis alumnos siempre les digo que nunca dejen que los traten a menos porque no se merecen menos que nadie. Una producción hecha en un lugar más o menos lejano del centro no tiene menos valor por eso. EP: Pero sí hay un problema de circulación con eso que se produce. LL:Yo creo que con las redes eso no debiera generarse. Después hay mezquindades y ese tipo de cosas en todas partes. Pero no tiene que ver con cuestiones del centro y el interior. Muchas veces es ubicarse en un lugar poco proactivo en el sentido de decir no hacemos porque estamos lejos. Y en realidad habiendo conectividad no estamos lejos de nada. Alguien puede hacer lo que quiera donde esté. Está el caso del chico de Fuerte Apache que tenía un pendrive y se iba a un locutorio a componer música, después lo puso en Sónico y un productor de Estados Unidos le produjo el disco. A veces hay que correrse de la zona de comodidad de decir que uno porque está lejos no puede. Y las distancias son tan relativas. EP: Es un cierre alentador entonces para nuestra entrevista. LL:Yo no puedo dejar de ser optimista porque soy de San Lorenzo y soy de Acuario, así que es así. Lila Luchessi en Trazos Es Dra. En Ciencia Política por la Universidad de Belgrano y Licenciada en Ciencias de la Comunicación por la Universidad de Buenos Aires. Actualmente es docente e investigadora de la Universidad Nacional de Río Negro. Entre los libros que ha escrito y compilado se destacan Fronteras Globales (2007), Nuevos escenarios detrás de las noticias (2010), y Calidad informativa (2013) todos publicados por La Crujía.
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