Por Lucas Cosci |
Es una de las principales voces de la literatura argentina del presente. Sus cuentos están incluidos en las antologías más destacadas. En el dos mil catorce ha publicado una reedición de su primer libro “222 patitos y otros cuentos”, en una versión ampliada que incluye trabajos que no estaban en su primera edición, del año dos mil cuatro. “Seguí el impulso un tiempo más y continué la escritura del libro”, admite. Referente insoslayable de la narrativa argentina contemporánea, Federico Falco accedió con toda cordialidad a dialogar con Trazos. La conversación ha sido rica, fluida, ambulatoria. Ha transitado temas como las continuidades y rupturas en su producción, las significaciones latentes en sus textos, las narrativas de nuestro tiempo,sus modos de escritura y otras cuestiones claves de este género. L.C.: Federico Falco, Doscientos veintidós patitos y otros cuentos. Se puede decir que es al mismo tiempo el primero y el último de tus libros.¿Cuáles serían los motivos que te han llevado a hacer una nueva edición? F.F:Era un libro que circuló muy poco. Había salido en Córdoba, en una editorial chica, independiente,se imprimieron muy pocos ejemplares. Le tengo mucho cariño a esa edición, pero muy poca gente pudo leerla. Entonces, me parecía que estaba bien reeditarlo, para que el libro llegara a más lectores. Por otro lado, también pasabaque entre 222 patitos y La hora de los monos -que fue mi próximo libro – escribí una serie de cuentos que tenían que ver con el universo de 222 patitos y que se publicaron en revistas pero que cuando armé La hora de los monos sentí que se quedaban afuera, que pertenecían más al libro anterior que al nuevo proyecto. Entonces la reedición fue una buena oportunidad para devolverlos a ese lugar que debería haber sido su lugar original. Algunos de esos cuentos habían quedado en ese estadio intermedio de “casi terminados, pero todavía no”, entonces aproveche la ocasión para terminarlos. Ytambién sumé un par de cuentos que habían quedado inéditos. L.C.: Se podría decir que con posterioridad a su edición el libro ha continuado escribiéndose a sí mismo, ha seguido su proceso. F.F: Si, también lo que pasa con la edición original es que hubo un libro anterior, mi primer libro, que se llamó Cero cero, que se publicó después que 222 patitos por una cuestión de tiempos editoriales. Tardé mucho en encontrar editor para ese libro. Estamos hablando del año 2002, 2003, después de la crisis del 2001. Tardé en encontrar editor y después el editor tardó mucho en publicarlo. Y en el medio escribí222 patitos, que se publicó muy rápido, antes que Cero cero. Entonces, a mí me parece que 222 patitos se siguió escribiendo,porque en el momento en que se publicó todavía era algo que estaba muy fresco y era un proceso que no había terminado por completo. Fue un impulso que apareció y yo seguí el impulso un tiempo más; y entonces continúo la escritura del libro. L.C.: Me interesa hablar del libro. Desde el título, uno puede observar que coexisten elementos que pueden tener cierta ingenuidad o cierto rasgo naif, con otros elementos de una sutil truculencia y esto parece ser un efecto deliberado. ¿Se podría decir que ese cruce sea uno de los rasgos que caracterizan a los textos de ese libro? F.F: Sí y no. Sí, en tanto que el libro una vez que está terminado queda a merced del lector y si a vos te parece leerlo desde ese lugar, por supuesto es valido porque siempre el lector se apropia del texto y completa esos huecos que los cuentos dejan. Por otro lado, lo truculento me parecía interesante pensarlo en relación a estos personajes que se hacen grandes preguntas, a las que todos están enfrentados. Y que estas grandes preguntas los ponen en un lugar de dramatismo, que es un dramatismo que, me parece, hay que tomarlo con un poco de humor. También para tomarse a uno mismo, a mí mismo, con cierto humor. Entonces me parece que ahí viene ese cruce. Y por otro lado, no sé si lo llamaría naif, en tanto inocente. Me parece que hay más cosas que más que con la inocencia tienen que ver con lo cotidiano, con lo pequeño, con narrar desde las cosas más chiquitas, con las que coexistimos todo el tiempo, todos los días. Y me interesaba esa tensión que se produce entre lo pequeño, lo cotidiano-como puede ser una cabeza de fosforo, una mascota o la relación que uno mantiene con ciertos objetos –y el hecho de que todo el tiempo estos personajes se están preguntando qué hago acá, cual es el sentido de la vida. Son preguntas tan grandes y generales que los sobrepasan. L.C.: Esta observación ¿le cabe también a La hora de los monos o vos crees que este libro encierra cuentos de características diferentes? F.F:Mi sensación es que Doscientos veintidós patitos fue un libro muy importante, en tanto abrió una senda, un camino, en el cual yo me sentía cómodo. Empecé a sentir que era mi propia voz la que estaba escribiendo, la que estaba contando esas historias. Encontréalgo que me representaba. La hora de los monos es de algún modo la continuación de ese camino. Ese libro,y casi todo lo que escribí después, es como una serie de puertas y de ideas, de temas y de posturas estéticas que aparecieron por primera vez en 222 patitos y que después se fueron intensificando o retomándose en otros cuentos tal vezmás complejos desde la estructura, o que usan distintos recursos o que combinan recursos que en 222 patitos uso por separado. Por otro lado, amí me da la sensación que 222 patitos es un libro que esta más atravesado de cierto humor negro, de cierto humor un poco trágico. Es mi lectura, después la mayor parte de la gente no encuentra humor en lo que a mí me parece un gesto humorístico. En cambio, yo siento que La hora de los monos es un libro que va por otros caminos. Tal vez no apunta tanto a preguntas esenciales o demasiado grandes, sino que tiene más que ver con relaciones entre padres e hijos, o relaciones de amistad, el vivir en comunidad. Me parece que los temas se amplían hacia ese lugar. L.C.: Vamos hacia Cielos de Córdoba, una novela muy interesante, muy lograda, en la cual –hablo como lector- se puede percibir que los cielos funcionan como símbolo de alta densidad. Mi pregunta es sobre de tu percepción acerca de eso, ¿tienes alguna claridad sobre lo que está proyectado en los cielos de Córdoba? F.F:Si supiera exactamentequé significan esos cielos no hubiera necesitado escribir la novela. Me parece que eso siempre pasa. Si uno tiene muy claro lo que necesita decir no recurre a la literatura, dice directamente las cosas. La literatura siempre tiene para mí una cosa de opacidad para el autor mismo, en tanto no hay ningún equivalente, no hay ninguna forma de desentrañarla o, por lo menos,de desentrañarla a priori. No hay un “yo quise decir exactamente eso”. L.C.:De acuerdo, pero es claro que estos cielos están funcionando como un símbolo muy sugestivo, de una alta densidad de significados… F.F: Eso sí. No sabría decirte cuáles son esos significados. Tengo una serie de indicios o algunas ideas al respecto. Me parece que son varios. A mí me interesa que cada lector le de su propio significado. No me gustaría decirte que significan “esto”, en el sentido de tener claras las significaciones posibles, o de tenerlasancladas,o cristalizadas en solo una. Lo que sí te puedo decir, es que en Cielos de Córdobaaparece un tema que ya habíaestaba en 222 patitos: la fe como temática. La fe ligada a en qué creer y en qué no creer. En cómo determinados relatos le pueden dar sentido a la vida de los personajes. Me parece que es algo que ya estaba en 222 patitos, que aparecíaen El pelo de la virgen y en el Ave Fénix, que está presente en Pinar y en Cielos de Córdoba se explora en mayor medida. También desde un lugar más cotidiano, en el sentido del día a día de los personajes. Creo que los mismos personajes no saben qué significa lo que ven, cómo relacionarse con eso. Y ante ese no saber aparecen otro tipo de respuestas posibles: en el creer, en el interpretar, en el armar relatos sobre lo que no sabemos. Es una cuestiónque en esa época me interesó mucho también desde su lado más literario, porque escribir es siempre pedirle al lector que de alguna manera crea. La única forma en que el texto funcione es que el lector crea en lo que está pasando ahí. Crea en ese mundo, en esos personajes, suspenda por un momento las reglas que rigen en el mundo en que vivimos y acepte las reglas que propone el texto. La única forma de emocionarse, de entretenerse, de aprender y de tener empatía con los personajes es creer en lo que pasa en el texto. L.C.: Si, de hecho creo que funciona así y creo que la densidad de eso cielo es lo que resulta interpelante en la novela. Pasando a otro tema, a tu criterio,según tus lecturas, ¿qué tendencias observas en la narrativa que se hace hoy en la argentina y en qué rasgos consideras que mantienen distancia respecto de la literatura que se pudo haber hecho en el siglo veinte? F.F: La literatura argentina contemporánea es sumamente diversa y amplia. Hay muchas corrientes y todas coexisten más o menos felizmente. Es muy variada, muy fértil. Hay mucha gente escribiendo. Escribiendo cosas muy interesantes y a la vez muy distintas entre sí. Pienso sobre todo en la generación que ahora tiene entre treinta y cuarenta años, más o menos. No sé si hablar de “generación” es una buena idea, pero bueno, la gente que tiene esas edades. Hay algunos que están escribiendo apropiándose de determinados génerosmás ligados a la literatura pop o al cine. Otros están escribiendo cuentos clásicos en la tradición de Cortázar o de Abelardo Catillo. Hay toda una corriente de narradores que de alguna manera dan cuenta de ser jóvenes en determinadas ciudades hoy, en el siglo veintiuno, en el dos mil quince. Y hay gente que está escribiendo ficción y quienes están escribiendo terror, y quienes están escribiendo desde un lugar mucho más conceptual y fuerte, desde las ideas que se sostienen en el texto, desde un lugar más metaliterario, si se quiere. Todas esas corrientes son poéticas que cada autor tiene y que son muy diferentes entresí. Se podrían identificar ciertas zonas de coincidencias, pero a su vez son poéticasdispares. Lo que sítengo la sensación es que no sé si hay tantas diferencias respecto de lo que pasaba en el siglo veinte. Intuyo que hay una cierta continuidad. En el siglo veinte existía la misma diversidad dentro del campo literario argentino. Lo que hay ahora es una continuidad ampliada, como algo que se va expandiendo cada vez más. L.C.: La crítica ha construido hoy ciertas categorías como el concepto de “Nueva Narrativa Argentina” que de alguna manera engloba y borra diferencias que vos muy bien estás marcando. Entonces ¿hasta qué punto estas categorías -que están funcionando como instrumentos de análisis-reflejan esa diversidad que hoy en día encontramos en nuestra literatura? F.F: Lo que te comento, lo comento como autor y como lector. No estoy pensando desde lo académico. No lo estoy pensado ni como un corpus ni estoy pensando en las formas de organizar ese corpus de obras, ni de identificarlas. Lo veo como y lo que yo siento es que cada uno de estos autores a los que me refiero, tiene un proyecto de obra –una poética, un proyecto estético- y está trabajando desde ahí. Cada uno cree en determinadas ideas estéticas y cree que la literatura sirve para determinadas cosas o para otras. Y por supuesto, esas creencias y proyectos difieren. A unos les interesa escribir una cosa, a otros, otra cosa. No por eso alguien tiene máso menos razón. Simplemente pensamos diferente. Respecto de categorías como la de Nueva Narrativa Argentina, me parece que es una categoría que en algún momento surgióa partir de una especie de solapamiento entre crítica académica y también en algo que tenía más que ver con una especie de nicho de mercado, o una crítica más de divulgación, más periodística. Tengo la sensación, de que desde la crítica académica –y esto habría que chequearlo mejor, no lo estoy diciendo desde el rigor científico- toman la categoría para de alguna manera ponerla en crisis. De todos modos, siento que de alguna manera es un debate que no me corresponde, en el sentido de que no sé si me interesa mucho qué categorías o etiquetas se ponen a los textos o como se piensan. Eso es algo que tiene más que ver con el afuera, con la recepción del texto, más que con su producción o las intenciones que uno tiene a la hora de escribirlo. L.C.: De todas maneras es interesante para los lectores saber cómo te ves a vos mismo frente a estos diagramas que se trazan. Por ultimo ¿Qué puedes decirnos acerca de tus modos de escribir? La escritura, ¿surge como una detonación repentina o es el resultado de trabajos largos,de caminos laboriosos? En fin, ¿qué nos puedes decir de ese proceso? F.F: En general lo que aparece primero es una idea. Nunca está del todo clara y tiene que ver con una imagen, una frase, un sonido en algún momento, y que de alguna manera a mí me lleva a decir “bueno ahí hay una historia, una historia que quiero contar”. Tardo mucho en darme cuenta de por qué –incluso puede que recién cuando la termine de escribir me décuenta de por qué me interpelaba la imagen inicial-, de cuál era el tema que me llamaba la atención. Pero en principio es como un germen de algo que está ahí: una situación o un personaje. Lo que hago entonces es tomar nota en alguna libreta. Las paso a la computadora -tengo un archivo en el que voy anotando ideas- y las dejo que queden ahí como en la parte trasera del fluir de la conciencia. Es algo que está flotando hasta que en un momento cristaliza. Puede ser que una o dos ideas hagan esto, o que una situación o un personaje lo podría usar con una idea que había tenido antes. Cuando eso sucede me pongo a escribir. Puede pasar mucho tiempo entre una cosa y la otra. Hay ideas que están ahí y que siento que en algún momento voy a escribir algo, pero que ese tiempo no llega. Cuando me siento a escribir, escribo una primera versiónmás o menos rápido. En general es una primera versión que nunca tiene final. Escribo tres cuartas partes del texto o de lo que yo pienso que va a ser el texto. No escribo el final y dejo que descanse un tiempo. Lo guardo en un cajón, me pongo a escribir otra cosa y después de a poco vuelvo al texto. Entonces empiezo a reescribir. Reescribo mucho. Releo, reescribo, cambio de lugar, pienso, saco cosas, agrego otras, y ese proceso tarda mucho tiempo. Usualmente tengo varios proyectos en simultáneo y los voy dejando, vuelvo, regreso dos tres meses más tarde al proyecto que abandoné. Los dejo que vayan creciendo de a poco y me parece que, en mi modo de escribir, hay una necesidad de salir del texto, y lograr mirarlo con ojos de lector. Como si ese texto fuera ajeno. Y por otro lado también preguntarle cosas. Un mirar y dejar que sea el texto el que va dando las respuestas que de alguna manera ya estaban ahí, pero que hay que encontrar. Cuando no sécómo seguir, probablemente la respuesta ya está en el texto. Pero hay que darle el tiempo a que uno se olvide, a que lo relea con ojos nuevos, con una mirada nueva. En esa relectura seguramente aparece el hueco por el cual tiene que seguir la historia o la trama o los personajes. En general no me puedo sentar a escribir si sécómo terminan las cosas. Me interesa que los textos vayan creciendo de una manera más o menos orgánica. Que vayan surgiendo de sí mismos, como células que se van reproduciendo y que se van apelotonando en torno a ciertas cosas, a ciertos núcleos. Entonces, entro y salgo muchas veces. Voy y vuelvo y sigo escribiendo cosas distintas al mismo tiempo para variar de una a otra. Si algo me interesa resiste el paso del tiempo, en el sentido de que si una idea estaba buena, me sigue gustando después de dos, tres, cinco años. Si no resiste el paso del tiempo -me parece que el tiempo es una buena forma de evaluar las cosas y descartar- es algo que lo lees años después y decís“esto es una pavada, no está bueno o no me interesa”. Entonces lo dejo. Para mí escribir es más un ejercicio de paciencia y de escucha al mismo texto. Sentarse todos los días. Hacer algo que a veces simplemente es mover palabras de un lugar a otro y ver qué pasa. Qué pasaría si cambio esto. Un poco como estar jugando. Por eso, en general tardo mucho en terminar las cosas. En algunos casos muy felices salen rápido y los terminopronto. Pero en general, tardo mucho. El año pasado publiqué un cuento en una antología chilena, cuya versión original era del dos mil seis, dos mil siete. Yo lo pensé como un cuento que iba a estar en La hora de los monos. Lo trabaje mucho en aquel momento y nunca llegue a resolverlo del todo.En todos estos años, una o dos veces por año, volvía al texto y le daba vueltas.Hasta que recién el año pasado puede decir: estova acá, así se resuelve, esto es lo que pasa, tengo que reescribir toda la primera parte y empezar por acá. L.C.: Hay que tomarle el pulso a esa propia historia… F.F: Exacto. Y también lo que me pasa a mi es que necesito salir, para tomarle el pulso o para poder leer con ojos frescos. Necesito salir y alejarme. Es como una situación de entrar y salir todo el tiempo del texto. Eso también te lleva tiempo, poder separarse. Porque si no, uno está siempre enamorado de lo que escribió. Lo terminás y decís: esto está perfecto. El problema es que hay que ver si resiste uno o dos meses y ver si te sigue pareciendo que esta bueno L.C.:Es la necesaria toma de distancia que al mismo tiempo es ardua, porque uno sigue estando afectivamente comprometido con su trabajo F.F:Es ardua en el sentido de que es lenta, más que ardua. No es que el desprendimiento me duele, no hay dolor. Es simplemente que la única forma de hacerlo es dejar que pase el tiempo. Guardarlo en un cajón y dejar que pase el tiempo. Que yo cambie también, que el tiempo nos cambie a todos: al texto, a mí, a los posibles lectores. Entonces es ardua en el sentido de que es lenta, de que hay que tener paciencia. La ansiedad no funciona en mi forma de escribir. Esto es lo que tengo que combatir todo el tiempo, la ansiedad por terminar. L. C.: Federico Falco, agradecemos tu colaboración con Trazos. Federico Falco nació en General Cabrera, provincia de Córdoba. Es Licenciado en Ciencias de la Comunicación y Master en Escritura Creativa en Español en la Universidad de Nueva York. Participó en numerosas antologías de cuentos y relatos. En 2010 fue seleccionado por la revista Granta para integrar su número dedicado a los mejores narradores jóvenes en español. Ha publicado los libros de cuentos “222 patitos” (La Creciente, 2004/ Eterna Cadencia, 2015), “00″ (Alción, 2004)y “La hora de los monos” (Emecé, 2010). También el libro “Made in China” (Recovecos, 2008) y la Novela “Cielos de Córdoba” (Nudista, 2011). |