Por Ernesto Picco |
La historia de la modernidad no puede comprenderse sin tener en cuenta la historia de los medios de comunicación. El papel central como actores políticos y configuradores de sentidos culturales los hace objeto necesario de la interpretación histórica. Así lo ha entendido Mirta Varela, investigadora del Conicet y el Instituto Gino Germani, y principal impulsora de la Red de Historia de los Medios (REHIME), que en los últimos años ha logrado constituirse como una plataforma donde conviven la recuperación y conservación de archivos, el material educativo y la producción de material bibliográfico. En diálogo con Revista Trazos, Mirta Varela explica cuales son los desafíos de este emprendimiento, las singularidades que tienen los archivos de medios en nuestro país, y la importancia de avanzar en la elaboración de historias comparadas entre distintos países de la región y de provincias y ciudades de nuestro país.
EP: La primera pregunta tiene que ver con una pregunta que han hecho ustedes en el REHIME y tiene que ver con por qué hacer una historia de los medios y cómo hacerla desde este momento. MV: En principio, aunque parezca un lugar común, realmente creo que toda historia se escribe desde el presente. En ese sentido no me interesa la historia como una búsqueda arqueológica, sino desde una perspectiva que tiene que ver con el presente. Siempre he trabajado sobre historia de los medios a partir del interés por la teoría de la cultura y la sociedad. Al pensar las relaciones entre cultura y sociedad, los medios aparecen desde hace bastante tiempo como un actor central. Con un enorme poder y con un enorme poder de transformación o de modelación social y cultural. El interés por la historia de los medios tiene que ver con la preocupación por un elemento que es muy central dentro de la historia cultural, al menos desde mediados del siglo XIX. EP: Para hacer el trabajo que ustedes vienen haciendo, en relación a otras historias como la historia económica o política ¿Se tiene un tipo de relación distinta con las fuentes? MV: Hubo varias cuestiones que nos llevaron al proyecto de REHIME. Una tiene que ver con intentar hacer una suerte de mapeo de qué es lo que existe o se está haciendo en historia de los medios en América Latina. La idea de red tiene que ver con establecer puentes, nexos con grupos que estén trabajando en este momento desde una perspectiva similar. Siempre partimos de un problema y es que conocemos más la historia de los medios de Europa o Estados Unidos, que de los países de América Latina. El otro objetivo tiene que ver con una serie de presupuestos acerca de cómo entendemos que es la manera más adecuada de hacer esta historia de los medios. Y en ese sentido REHIME tiene el objetivo de promover una cierta mirada sobre la historia de los medios donde por un lado está esta cuestión de pensar la historia social, política y cultural de manera entrelazada. Por otro lado, hay un problema fuerte respecto de las fuentes. Porque no es el único motivo ni la causa fundamental, pero uno de los límites para hacer historia de los medios tiene que ver con el acceso a las fuentes. El acceso está muy limitado, porque en muchos momentos -pero también en el presente- se le ha prestado muy poca atención a algunos archivos. Ya sea porque se los ha menospreciado culturalmente, por razones económicas (la regrabación de tapes por ejemplo) o porque se han destruido por accidente o intencionalmente para no dejar rastros en algunos casos. Entonces hay un problema fuerte respecto del cuidado de las fuentes. Por eso, en el proyecto de REHIME hay dos patas fuertes que tienen que ver con el sitio web y el archivo audiovisual del Instituto de Investigaciones Gino Germani. No son dos proyectos aislados, sino que forman parte de un mismo interés común, que fue la necesidad de armar un archivo audiovisual para investigar sobre fuentes que nos resultaban de muy difícil o imposible acceso. Tenemos un archivo modesto, porque hay una enorme cantidad de medios fuera de las capacidades de nuestro archivo, pero creemos que sirve como un espacio de promoción del cuidado de las fuentes con las que se está trabajando. Y en ese sentido también hay un esfuerzo de conexión con otros archivos en distintos países y también dentro de la Argentina. Con lo que se está haciendo en un archivo audiovisual importante como es el de Córdoba, las cosas que están por hacerse en Tucumán, donde sabemos de la existencia de archivos de enorme interés, que no están sistematizados. La idea es poder pensar el archivo que creamos, también como un nodo de una red entre archivos. Por supuesto que después hay toda una discusión sobre cómo tratar esas fuentes que desde la historia cultural son básicamente objetos preinterpretados por la cultura que los generó y cuya carga ideológica no coincide necesariamente ni con las intenciones, ni con las determinaciones sociales, económicas o políticas de los medios en los que aparecieron. Pero nos dimos cuenta que no podemos dar esa discusión en abstracto, sin empezar por hacer algo por facilitar el acceso a los archivos de medios. En una investigación en historia de los medios una parte importante del tiempo del investigador está dedicado a conseguir las fuentes con la que quiere trabajar. Finalmente termina trabajando con lo que puede encontrar y sin poder discutir con nadie más porque esa dificultad impide que varios investigadores recorran las mismas fuentes y discutan sobre sus interpretaciones. De manera que, para que exista un campo y la discusión entre modos de hacer historia de los medios no sea sólo una discusión historiográfica sin experiencia de investigación -la peor versión de un debate historiográfico, sin duda- es necesario promover más investigación sobre estos temas. EP: ¿Han encontrado, aparte de los archivos públicos, material en archivos privados sobre los qué trabajar? MV: Sí, efectivamente. De todas maneras, empezaría por distinguir el rol de los archivos públicos y privados, del funcionamiento de los medios públicos y privados en relación con sus archivos. En la Argentina, los medios son muy reacios al acceso de investigadores a sus archivos, tanto los públicos como los privados. Editorial Atlántida o los canales privados de televisión no han permitido el acceso de investigadores a sus archivos. Pero Canal 7 tampoco. En la actualidad, la TV pública tiene una política de puesta online de la programación que se emite y del archivo que está en proceso de digitalización. Nosotros estamos trabajando e intentando colaborar con ese proceso que nos parece muy importante. Pero se trata de algo incipiente y que no abarca la totalidad de los archivos del canal. Por otra parte, los coleccionistas privados han cumplido un rol significativo para la conservación de algunos materiales y han llegado a conformar acervos muy importantes y, en ciertos casos, alternativos a los archivos oficiales. Sin embargo, es necesario decir que algunas colecciones han sido el resultado del descuido de organismos oficiales en la conservación de sus bienes o lisa y llanamente de la expoliación por parte de algunas personas que luego se presentan como coleccionistas. De manera que es necesario ser muy cuidadosos e intentar reconstruir cómo ha llegado a formarse algunos archivos que en algunas coyunturas han llegado a contar con apoyo oficial pero ello no ha implicado que sus colecciones se abrieran al acceso público. EP: ¿Con qué tipo producción sobre historia de los medios se han encontrado en Latinoamérica al extender los lazos de la red, y con qué producción se han encontrado en el interior? MV: En Brasil la producción es enorme y muy interesante. Hay grupos de investigación con una muy buena formación teórica que además están institucionalizados en una red a nivel brasilero que organiza encuentros, publicaciones, etc. Además hay una relación con los archivos muy diferente. El caso de la Red O Globo sirve de contraste con lo que te decía sobre Argentina. La Red O Globo –que es un foco de atención de los críticos de los medios en Brasil- ha organizado un archivo para consulta por parte de los investigadores y tiene una política específica para la Universidad. En Colombia hay una tradición muy interesante de pensar una historia de los medios desde una perspectiva social y cultural, a partir de la influencia de Jesús Martín Barbero. Y, por otras razones, también hay trabajos en esta línea en Chile. En México también hay trabajos interesantísimos, por supuesto, y una red de historiadores de la prensa muy activa. En Uruguay hay investigadores interesantísimos y el centro de investigaciones fotográficas viene realizando un trabajo muy valioso.Sin embargo, entiendo que la mayor carencia consiste en las relaciones entre esas historiasque han sido planteadas a nivel nacional. Aunque en el último tiempo se le ha dado importancia a las historias comparadas, todavía no hay resultados evidentes. Creo que avanzar en ese sentido permitiría reconstruir lazos entre el funcionamiento de agencias de información, empresas, desarrollos técnicos (muchas veces de origen norteamericano, alemán, británico, etc.) o inclusive de gobiernos que han seguido políticas “para América Latina” o parte de ella. Pero también trayectorias, coyunturas específicas que a través de la comparación o del seguimiento de trayectorias le dan nueva luz a algunos problemas. En el Cuaderno N°2 de REHIME publicamos un primer dossier sobre televisión y dictadura con trabajos sobre Brasil, Chile y Uruguay que, desde mi punto de vista, permiten repensar algunos lugares comunes sobre la televisión argentina durante ese período.En el caso del resto del país –con toda la dificultad que supone una mirada federal desde Buenos Aires- mencioné antes el caso del archivo audiovisual de la Universidad de Córdoba que nos ha servido en muchos sentidos como modelo. En cualquier caso, de la misma manera que resulta fundamental una historia comparada con el resto de América Latina, ocurre con el país. En ese sentido, también estamos intentando avanzar en una política de reconstrucción comparada de algunas coyunturas de los medios en diferentes ciudades y provincias. De hecho, una decisión de REHIME fue no publicar un trabajo sobre televisión y dictadura en la Argentina que sólo mirara a Buenos Aires, sino empezar a publicar investigaciones sobre televisión y dictadura en diferentes provincias. MV: Desde mi punto de vista, la reconstrucción histórica de medios que siguen funcionando en la actualidad, como Clarín o La Nación, es fundamental y permite comprender cosas que no pueden verse sólo desde el presente. Sin embargo, creo que la mayor parte de los trabajos recientes sobre estos medios se han hecho desde una perspectiva sesgadamente política o desde la economía política. Entiendo que es una perspectiva indispensable ya que no se puede comprender la conformación de un grupo multimedia sin reconstruir los lazos económicos que lo sostienen. Sin embargo, no acuerdo con el modo en que el develamiento de los lazos económicos avanza sobre la interpretación ideológica. No hay una correlación directa entre lo material y lo simbólico. Por eso la propiedad de los medios no explica por sí sola su funcionamiento social y cultural. Por eso, el lector de un diario o la audiencia de un canal de televisión pueden acordar con la denuncia económica a un grupo pero no por ello abandonarlo en tanto público. En las zonas menos informativas y más ligadas al espectáculo es donde esto resulta más evidente. La economía política me puede explicar la importancia del fútbol o la producción de ficciones en el contexto financiero de un medio pero no avanza sobre las razones sociales y culturales que llevan a las audiencias a interesarse por el fútbol, las ficciones o los programas de entretenimiento. Esto, lejos de ser marginal, es fundamental para una política comunicacional. Y no tiene una explicación ni sencilla, ni obvia, y está sujeta a transformaciones históricas. Las explicaciones culturales sobre los orígenes del espectáculo en la Argentina no se mantienen inalterables y la historia debiera servir justamente para dilucidar esa transformación. La falta de reflexión sobre esa historia se manifiesta en cómo, a veces, con las mejores intenciones, se busca cambiar algo en los medios públicos y se reproducen estéticas o fórmulas que dan cuenta de profundas limitaciones en la reflexión sobre los medios. En este sentido, falta mucho trabajo sobre los medios, desde una perspectiva que complejice las relaciones entre economía, política, sociedad y cultura. Mirta Varela en Trazos Es Doctora en Letras por la Universidad de Buenos Aires. Se especializó en el estudio de los medios de comunicación -especialmente la televisión- y la cultura de masas. Se desempeña como Profesora Titular de Historia de los medios en la Carrera de Ciencias de la Comunicación, Facultad de Ciencias Sociales, UBA. Dicta cursos de posgrado en universidades nacionales y extranjeras. Es Investigadora Independiente del CONICET y actualmente dirige proyectos de investigación sobre historiografía de los medios en América Latina y sobre representaciones de las masas en cine y televisión. Coordina la Red de Historia de los Medios http://www.rehime.com.ar/ que conecta a investigadores de universidades latinoamericanas. Algunos de sus artículos han sido traducidos al inglés, francés, portugués, italiano y alemán. Entre sus publicaciones se hallan los siguientes libros: La televisión criolla 1951-1969 (Edhasa, 2005), Audiencias, cultura y poder. Estudios sobre televisión (EUDEBA, 1999) y Los hombres ilustres del Billiken. Héroes en los medios y en la escuela (Colihue, 1994). Fuente: Instituto de Investigaciones Gino Germani
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