Medicina popular, Terapias alternativas y otras yerbas

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Por Valeria Bullaude
Licenciada en Comunicación / Docente de la cátedra de Periodismo de la carrera de Comunciación de la Ucse – valeriabullaude@yahoo.com.ar

Del río al mercado

Reina Suarez viaja todas las mañanas a la ciudad capital de Santiago del Estero y regresa pasado el mediodía a Los Quiroga, en el departamento Banda, donde vive con su familia desde que nació.
En pleno centro capitalino, tiene un puesto en la Cooperativa Frigorífico y Mercado Armonía. La madre de Reina también lo tuvo hasta mediados de los 80, pero luego de enfermarse quedó ella a cargo del puesto.
Su familia y sus antepasados han nacido y vivido siempre en las márgenes del río Dulce, cerca del Dique “Los Quiroga”, a 25 km de la capital santiagueña. Anteriormente dedicada a la venta de carnes como el pescado, el cabrito y el lechón, hoy Reina vende hierbas de uso medicinal, especias, bolanchao, patay, aloja, miel, arropes y artesanías.
El dique Los Quiroga es un embalse construido al margen del Río Dulce, fue construido como resultado de una profunda sequía que asoló la región a principios del siglo XX. Dice Alberto Tasso:
“Las iniciativas del Estado fueron dispersas y tardías, y no pudieron contener los problemas de miles de familias que enfrentaron el hambre y el desamparo social. Este drama regional adquirió dimensión nacional a través de la prensa oral y escrita, que en los últimos meses de 1937 promovió una campaña solidaria en gran escala. El éxodo inauguró un sendero migratorio hacia las zonas fabriles de Berisso, Ensenada y el Gran Buenos Aires. La sequía también estimuló la construcción de los diques Los Quiroga (1949) y la presa de embalse de Río Hondo (1968).” (Tasso, 2011)
Al poco tiempo de haber nacido Reina, su padre migró a Buenos Aires: “Él se fue en el año 50 cuando yo he nacido. Mi papá se ha separado de mi mamá y se fue a Buenos Aires y no le hemos vuelto a ver más. Él se fue con otra mujer y después yo no lo vi más”, cuenta.
La madre de Reina, también nació en Los Quiroga, y fue criada “sin madre”; dice, “mi abuelo la llevaba a trabajar a los obrajes”. Según Antonio Virgilio Castiglione “la dirección de estadística afirma que para 1930 había 160 obrajes y 90.000 operarios” todos dedicados a la extracción de madera de quebracho para la construcción de durmientes para el trazado de las vías del ferrocarril. (Castiglione, 2010:380)
La madre de Reina, tuvo que enfrentar sola la crianza de su hija. Fue por eso que a mediados de los años 50, decidió viajar a la ciudad para vender dorado y bagre en el mercado de la capital provincial. El actual edificio del Mercado Armonía, fue inaugurado en 1936, durante el gobierno de Juan Bautista Castro, nacido en Salavina, Castro, cursó estudios de medicina en Córdoba. Fue el único gobernador en dominar el Quichua. Se le adjudica la construcción de los edificios más destacados de la urbanidad capitalina por esos años.
El edificio, se encuentra ubicado a escasos metros del centro cívico de la ciudad, plaza Libertad, Iglesia Catedral, principales locales comerciales y Centro Cultural, ex Cabildo y ex Policía. Ocupando la manzana que comprende las calles que hoy se conocen con el nombre de Absalón Rojas, Tucumán, Pellegrini y Pasaje Juan B. Castro. Se lo describe como un edificio moderno de tres pisos, en la planta baja hay puestos de venta minorista de productos alimenticios, cámara frigorífica para la conservación de las carnes y verduras de los puestos de ventas. También se encuentran puestos de panadería, despensas y bares. En el primer piso hay una galería cubierta destinada a venta de artesanías regionales, pescados, aves y animales de caza. En el segundo piso, están instaladas 4 cámaras frigoríficas de gran capacidad para la conservación de frutas a largo tiempo.
Es en el primer piso donde Reina desarrolló su puesto, primero de pescado y luego de yuyos, especias y artesanías. En los años 70 Reina ayudaba ocasionalmente a su madre en la atención del puesto de venta de pescado. Es recién en 1974 cuando Reina instala su propio puesto, junto al de su madre, pero dedicándose a la venta de hierbas, especias, dulces y comidas.

Recolectar, consumir

“Los santiagueños no han sido nunca hacheros, ni los indios que habitaron éste suelo. Desde tiempo inmemorial, hasta hace cuarenta o cincuenta años, cultivaban la tierra o cuidaban el ganado o se sustentaban holgadamente, con los peses de los ríos, abundantes y variados, o con la fruta y la miel del bosque y los animales silvestres, y se vestían con las telas de algodón que ellos mismos fabricaban” (Di Lullo 1937).
Corresponde apuntar que la recolección era la actividad fundamental de las comunidades antes de la llegada de los españoles, tanto por la abundancia de las especies vegetales como por el carácter extremadamente aleatorio de la agricultura aluvional. “Hasta tanto no se organizó la explotación mercantil de la madera, el monte era uno de los pocos lugares de indiscutible uso común. No conocía aun propietarios ni dueños”. (Farberman 2005)
Reina representa a esa comunidad recolectora. Al día de hoy sigue recolectando hierbas, yuyos, hojas, semillas y frutos de zonas aledañas a su vivienda, para vender en su puesto del mercado. Esa recolección representaba un consumo exclusivamente doméstico para la familia de Reina y para la mayoría de los pobladores de la zona. Y relata “Mi mamá nos contaba que, cuando nosotros nacimos, nos daba té de tala o de jarilla cuando amanecíamos con tos. Lo endulzaba con miel, se cosechaba mucha miel que se traía del monte. Y bueno ahora nosotros tenemos que comprarla. Por ahí se cosecha, pero más se compra”.
Es a mediados de siglo XX que la recolección y consumo doméstico de hierbas se incorpora como fuente de ingresos para mejorar la economía familiar. Algunos puestos y vendedores ocasionales, incorporan frutos y hojas secas de plantas del monte como producto para la venta. Por estos años, muchos campesinos migran del campo a la ciudad en busca de otras posibilidades de subsistencia, trabajo, educación, salud, etc y muchos de ellos, alejados de su monte, de su rio, de su bosque, recurren al mercado a comprar las hierbas que antes eran recolectadas y obtenidas en sus lugares de nacimiento.

Curanderos, sanadores, terapeutas

Di Lullo ha escrito numerosas publicaciones en torno a lo que él denomina la “Medicina popular en Santiago del Estero”. En el libro que lleva dicho nombre dice: “En lo concerniente a la medicina, tenían los indios el concepto de que la enfermedad era producida por la encarnación de los malos espíritus, lo que hizo que se produjera en la terapéutica una serie de prácticas de sentido religioso o mágico, cuyas virtudes consistía en desterrar el mal mediante conjuros y exorcismos” (Di Lullo 1929).
Domingo 8 de abril de 2012, página del suplemento deportivo del Nuevo Diario de Santiago del Estero, un aviso destacado anuncia “Sacerdote Chaman, Sra. Maruja y Don Aurelio, curo casa, campo, juicio, daños y ayudo para juego de azar y talismanes conjurados. Con la consulta obtiene un Ekeko para la suerte y el amor para el año 2012”. El mismo anuncio lleva como ilustración la fotografía del rostro de un hombre anciano, ataviado con una vicha de plumas en su frente.
En la misma página, otro: “Famosos curanderos bolivianos, Indio Chaman Yauri y Mama Guaco Coyo, amos y señores de la oscuridad y brujería malignas. Ven a lo seguro, curo brujerías, daños, impotencia sexual, enfermedades raras. No sufras más”. El aviso también incluye el dibujo de una persona ataviada al estilo bruja de sombrero puntiagudo en una escoba de paja.
Entre muchos otros avisos, también resalta éste: “Desde el Valle sagrado de los Incas, la Mamacha, no soy la única pero si la mejor. Recupere su felicidad, salud, dinero, amor. Obtenga el arma espiritual para combatir la yeta”. No falta para ilustrar, la foto en primer plano de “la Mamacha” una anciana con sombrero coya y sonrisa sin dientes. Todos prometen lo mismo, “amarres”, soluciones en torno a cuestiones de pareja, contra la envidia, magia negra y magia blanca. En todos los casos el servicio se hace vía telefónica, mediante llamada o mensaje de texto, también solicitando un turno para ser atendido personalmente.
Di Lullo plantea que las prácticas mágicas se explican por una incapacitad o escaso desarrollo evolutivo de los indios, al decir que, “si los procedimientos mágicos, la superstición, los hechizos y embrujamientos que intervenían en las curaciones y daños, eran originados por el miedo al poder sobrenatural y tenía por objeto rechazarlo o congraciarse su voluntad, fácil nos será encontrar la causa de este temor si pensamos en la corta capacidad de su inteligencia primitiva” (Di Lullo 1929).
Sin embargo Reina le da, al uso de las hierbas, un carácter curativo de las enfermedades del cuerpo y se preocupa en aclarar que también los libros han legitimado esos usos cuando dice: “Uno al pasar el tiempo ve en los libros. Con el tiempo uno se va adaptando. Porque uno siente su cuerpo, hace un té y toma, y entonces de eso se da cuenta que es curativo. Y bueno en los libros que a veces uno compra se trasmite todo eso”. Reina ha internalizado la idea de que sus antepasados representan lo primitivo, pero encuentra en “los libros” una validación científica que la trae al presente y la aleja de las representaciones más estereotipadas sobre el uso de esas hierbas que ella vende y consume. Podemos encontrar en este testimonio un proceso de desindianización.
Cuando se le pregunta si en otras épocas se vendía más que ahora, ella responde: “No. Ahora se consume más. Hasta en las farmacias se prohibían. Los médicos nos prohibían. Pero ahora los médicos aconsejan todos los yuyos. Y nosotros trabajamos muchos los yuyos. Son curativos la mayoría. Como la cáscara de tusca que es curativa para la úlcera. Yo cuando he estado enferma del colesterol más he consumido yuyo que las drogas. Me hacia efecto más lo yuyos que las drogas. Otra que las drogas son muy carísimas para comprar.”
En el mismo mercado Armonía, también hay un puesto de la franquicia Granix que vende “productos naturales”, es un puesto con puerta de acceso y vidriera. Aunque vende también yuyos, semillas, frutos, estos aparecen como vinculados con el consumo de productos que mejoran la calidad de la alimentación de las personas de la ciudad. Los productos se presentan con cierta complejidad de manufactura e industrialización, aunque no tanto, ya que deben sostener el discurso de lo natural, en contraposición a lo artificial que representan los remedios de la farmacia.
Granix representa ese proceso de blanqueamiento de las prácticas culturales de los indios. Para Reina a los médicos no les ha quedado otra que aceptar, quizás científicamente o con la observación directa que tanto las drogas como los yuyos resuelven los problemas de salud cuando dice, “los médicos se han dado cuenta que los yuyos también son curativos. Me imagino que ya vienen medicamentos preparados por los yuyos. Y bueno, los médicos se han convencido que los yuyos son muy curativos, porque mi médico me dice ‘toma palo azul’ cuando sientas dolor de riñones. Se ve que él también se ha curado algo con eso.”
Buscando bibliografía relacionada al tema en la biblioteca de la Facultad de Humanidades, Ciencias Sociales y de la Salud de la UNSE, descubro que la mayoría de los escritos publicados en la década de los 90´, están relacionados a clasificar e identificar, las enfermedades y las plantas asignadas para curar cada una de esas enfermedades. Otros mencionan sus nombres científicos y las zonas de crecimiento y desarrollo de la planta.
Sin embargo Reina reconoce que sus conocimientos sobre el tema, se deben más a una tradición familiar y que es ella también la encargada de hacer que esa tradición no se pierda. ¿Quién le enseñó a su abuelo, a su madre?: “Y de los abuelos seria. Yo llevo los consejos de mi madre y así llevo la cadena de la familia. Y ella debe haber aprendido de parte de su padre, porque ella se ha criado sin madre. Mi abuelo la llevaba a los obrajes, la llevaba a trabajar y ahí debe haber aprendido. Y bueno después he venido yo y ahora yo he criado a mis hijos y ahora a mis nietos. Y bueno, ahí se va la tradición de la familia.”
Conviven con estas representaciones culturales, las llamadas “terapias alternativas”, “terapias naturales”, “medicina oriental”, etc. Enmarcadas en lo que las editoriales han llamado, “la nueva era” o la “new age”. En el mismo día y diario pero en la sección “profesionales” se anuncia el siguiente aviso: “Terapias Alternativas, técnico Déborah A. Agüero, Sanación Reconectiva”. Los avisos se publican junto al del odontólogo, abogado, contador, cirujano plástico, psicólogo. Ya no es el suplemento deportivo, es el cuerpo central del diario en la sección de noticias locales.
Y aquí cabe preguntarse, cuáles son las lógicas o mecanismos que legitiman una práctica cultural como algo natural y saludable y cuáles los que la ligan a lo primitivo o mágico. ¿Por qué Reina nos dice que ella aprendió en los libros, pero después reconoce que es una tradición familiar que ella va a trasmitir a las futuras generaciones? ¿Cuáles son las cuestiones que impiden a Reina identificarse con la llamada medicina alternativa?
¿Las terapias alternativas, son en realidad alternativas? ¿O se definen solo por oposición a la medicina occidental y científica? ¿Será que la “medicina alternativa” en el fondo contienen una matriz más que parecida a la medicina indígena?
¿Por qué los medios de comunicación masiva asocian la “medicina alternativa” con la medicina científica y profesional? ¿Y por qué al mismo tiempo subestima y ridiculiza las prácticas curativas indígenas?
Como respuesta se puede apuntar dos cosas. En primer lugar el carácter primitivo, mágico y demonizante que se la ha dado históricamente a la medicina indígena en nuestro país, aclarando que solo en Bolivia se cuenta con un sistema de salud pública que contempla las medicina indígena conjuntamente con la medicina occidental y científica. Y en segundo lugar el constante desarrollo de nuevos productos y prácticas de consumo con objetivos puramente mercantiles.
Resumiendo, el marketing, es decir el estudio de más y nuevos mercados, arrojó en los últimos 20 años, una escalada de oferta y demanda masiva de productos, ahora vendidos como “naturales”. En esa adjetivación se encierra todo un proceso de blanqueamiento y desindianización de los mismos.

REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

– Carrizo E. del V., Palacio Manuel, Roic Lucas “Plantas de uso medicinal que se comercializan en los mercados de las ciudades de Santiago del Estero y de La Banda” Revista de Ciencia y Tecnología. Serie divulgación N° 3. UNSE Diciembre 1998
– Castiglione Antonio Virgilio “Historia de Santiago del Estero” Academia de Ciencias y Artes de Santiago del Estero. 2010. Pág 380
– De la Cadena Marisol “Indígenas mestizos, raza y cultura en el Cusco”. Instituto de Estudios Peruanos. 2004
– Di Lullo Orestes “El bosque sin leyenda. Ensayo económico social”. Franco Rossi casa editorial. Santiago del Estero. 2010. Pág 56
– Di Lullo Orestes “La Medicina popular en Santiago del Estero. La Alimentación popular en Santiago del Estero”. Franco Rossi casa editorial. Santiago del Estero – 2010. Pág 9, pág 11
– Farberman Judith “Las Salamancas de Lorenza, magia, hechicería y curanderismo en el Tucumán colonial”. Siglo XXI editores. 2005. Pág 36
– Peralta Nancy “Estudio comparativo de la medicina popular en Termas de Río Hondo y Loreto” Revista de Ciencia y Tecnología Serie divulgación N° 6 UNSE diciembre 2002
– Tasso Alberto “Núcleo Básico de Revistas Científicas Argentinas del CONICET” Nº 17, vol. XV, Invierno 2011, Santiago del Estero, Argentina ISSN 1514-6871 (Caicyt-Conicet) pág 1
– Togo José “Santiago del Estero: Procesos históricos desde sus orígenes” Revista de Ciencia y Tecnología Serie divulgación N° 3 UNSE diciembre 1998