Por Omar Layús Ruiz |
Docente UCSE – UNSE – omarlayus@hotmail.com |
Con vistas a las PASO 2013 las campañas políticas mediáticas recurren cada vez más a candidatos que buscan generar universos simbólicos favorables sin recurrir a la precisión de los datos duros ni a favor ni en contra.
Julio y agosto son meses atípicos en las pantallas y los parlantes: son los meses de La Campaña. El espacio gratuito asignado por la Comisión Nacional Electoral se ensancha e inunda con segundos de candidatos partidarios desplegando sus propuestas e intenciones electoralistas. Hoy en el marco de las Primarias Abiertas Obligatorias y Simultáneas –las PASO-, filtro para los que competirán en las Elecciones Nacionales para diputados y senadores nacionales del 27 de octubre. Un clásico precepto nietzscheano que pretende deslindar a eso que se intenta (intentamos) construir como “la verdad absoluta” dice que no existen los hechos sino las interpretaciones. Esto último parece calcarse en los spots de La Campaña, que a diferencia de los mostrados en años anteriores apelan más a una retórica de acompañamiento, reconciliación y/o profundización de modelos de gobierno que a la dureza de los datos de gestión –que alguna vez fueron las vedettes propagandísticas- haciendo las veces de trampolín de quien más haya hecho respecto a los demás contendientes. Frases alentadoras, ciertos determinismos e incluso algunas ideas poco inspiradas conforman este año el extenso compendio de una campaña que al ser corta y urgente, busca posicionar sus propuestas sin el sustento de un compendio de actuaciones y logros legislativos, cayendo pesadamente en algunos casos, en una demagogia completamente evitable. Para cerrar la idea que reside en esta lógica es preciso revisar sobre todo las campañas de los candidatos electorales por provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, espacios donde se generaron la totalidad de las alianzas y coaliciones y que repercuten a escala local en algunos de los casos. La estrategia de campaña, por lo menos en lo que respecta a cuestiones comunicativas se asemeja cada vez a un modelo similar al de campaña norteamericana, donde los candidatos se limitan a hablar en conferencias de prensa de contados minutos, mostrarse en cafés en actitud de gente común, pasearse por programas del prime time televisivo o radial generalmente sin tocar datos duros –salvo en los debates televisados-, pero poniendo el cuerpo a la metralla de indagaciones periodísticas. Alcanza, por ejemplo, con echar un vistazo a la fábrica de candidatos que se despliega en los últimos episodios de la primera temporada de “House of Cards”, la genial producción de Netflix en la que Kevin Spacey encarna al congresista Frank Underwood, majority whip demócrata y think tank de la cocina de la democracia más feroz del planeta. Slogans “En la vida hay que elegir” reza el slogan del Frente Para la Victoria, que lleva a sus primarias a Martín Insaurralde, Juan Cabandié y Daniel Filmus como candidatos más visibles, invocando una retórica netamente peronista, circular en torno a la imagen de la presidenta Cristina Kirchner, tocando temas que tienen que ver –para bien o para mal- con el universo de su gestión (matrimonio igualitario, hijos y nietos de desaparecidos, nacionalización de hidrocarburos, pueblos originarios) sin hacer mención a ninguno de los candidatos que, salvo una placa fija al final de cada propaganda no aparecen durante el desarrollo del anuncio. Más que un spot de campaña situado, un video institucional del gobierno nacional con el agregado de un “inserte aquí el nombre del candidato”. El “En la vida hay que elegir” te pone contra la pared, y a diferencia del kirchnerismo de Néstor Kirchner, pasó de apelar de la profundización política al “elegir seguir haciendo”. La estrategia es predecible y la mejor arma que posee el FVP es la imagen de la presidenta. El territorio de la ciudad de Buenos Aires siempre le ha sido esquivo al oficialismo, y es obvia la intención de usar la imagen de Cristina como caballo de batalla en un territorio hostil que sabe torcerle el brazo cada vez que es necesario. Los cacerolazos organizados en los últimos años y la derrota legislativa de 2009 así lo demuestran. En el caso de Sergio Massa -principal contendiente del oficialismo y heredero de un interesante tendido de cables de alta tensión que conecta a doce intendencias del conurbano bonaerense y media docena de líderes sindicales encomendada por Néstor Kirchner, quien no la llegó a aprovecharla-, el intendente de Tigre, principal cuadro político del inevitable postkirchnerismo, apela precisamente a la idea de cambiar el futuro a partir de hoy, también sin mostrar ninguna estadística ni dato verificable. En camisa, sin corbata, saludando a la gente, sobre todo jóvenes, sintonizado en el discurso del político ameno. Por su parte, Francisco de Narváez redobla la apuesta y sale a la carga con un mensaje que recurre a similar mecánica que el slogan del oficialismo, pero en sentido inverso: Elegir, embistiendo no contra los candidatos oficialistas, sino directamente contra la presidenta. El “Ella o vos” del único político que pudo derrotar al kirchnerismo cuando en las legislativas de 2009 el candidato de Unión Pro superó al Frente para la Victoria en una elección en la que también Libres del Sur pudo sentar a Fernando “Pino” Solanas en una banca de la cámara alta. De Narváez tampoco expone consignas ni ningún tipo de datos. Limita sus apariciones a imperatividad de frases cortas a modo de pasos a seguir. 1. Ella o vos. 2. El único que puede derrotarlos: Vos. 3. Ganemos. La polarización de decidir estar de un lado o de otro como clima de época reinante también se aprecia en la consigna del Frente Progresista, Cívico y Social, que lleva entre sus candidatos a Margarita Stolbizer y Ricardo Alfonsín. “Basta de vivir en dos países” es el gancho a una sucesión de escenas en las que dos países separados, “Argen” y “Tina”, son el rompecabezas a unir. Con dudosa efectividad, los spots armados en base a escenas de la vida cotidiana y un estudiante emulando una cadena nacional en clave irónica, repasan las principales falencias del gobierno nacional sin invocar tampoco algún dato estadístico de referencia. En UNEN -agrupamiento progresista de centro izquierda conformado por referentes de la UCR, Coalición Cívica, Proyecto Sur, Partido Socialista y Libres del Sur que lleva como candidatos a senadores y diputados Fernando Pino Solanas y Lilita Carrió (Coalición sur), Rodolfo Terragno y Martín Lousteau (Suma+), Alfonso Prat-Gay y Victoria Donda y Ricardo Gil Lavedra (Juntos), y César Wehbe y Leando Illia (Presidente Illia), respectivamente; siendo el único partido en el que los candidatos, además, compiten entre sí- cada una de las pequeñas coaliciones que conforman el partido ofrece un spot diferente: Carrió se sube al carisma narrativo de Pino Solanas y el director de “Memorias del Saqueo” arma un collage que va desde las miserias del neoliberalismo de los noventa al fallido del actual ministro de economía ante una periodista griega, invitando a “salir de todo esto”; Terragno y Lousteau recurren al trabajo de archivo para mostrarse, uno condenando el cáncer del 1 a 1, y el otro enfrentando al Secretario de Comercio Interior Guillermo Moreno, en referencia a perderle el miedo al gobierno; Prat-Gay no esconde su origen económicamente privilegiado enfocado en las ganas de hacer y Gil Lavedra aporta desde donde más sabe: lo judicial. Ambos acompañados por una Victoria Donda madura, que no apela a su origen de nieta recuperada como tampoco éste último a haber sido uno de los jueces que condenó a los militares en el histórico juicio a las juntas. David y Goliat Hay un punto interesante que se repite en diferentes spots, y es que varios candidatos -Francisco de Narváez, Martín Lousteau, entre otros- usan sus pequeñas victorias personales contra el gobierno para a partir de allí construir su discurso de campaña. Llamar a terminar con el oficialismo, perderle el miedo, unir la división social y terminar con la polarización son puntos de encuentro. La conciencia del flojo desempeño de la oposición en las elecciones de años anteriores y el avasallante 54% obtenido por Cristina Kirchner en 2011 llaman (los llaman) a mostrarse activos y fuertes frente al aparato oficialista. Locales El panorama santiagueño, sin el despliegue de producción de los candidatos metropolitanos, aprovecha sus segundos de pantalla y radio para dar a conocer los nombres de sus candidatos, invocando al modelo clásico de narrativa en instancia de campaña electoral: frases que llaman al trabajo, al progreso, al cambio, también sin profundizar en estadísticas formales. El Frente Cívico por Santiago -que lleva como principales candidatos a Daniel Brué, Cristian Oliva, Norma Abdala y Manuel Juárez- recurre a la imagen del gobernador Gerardo Zamora de la misma forma que los candidatos del FPV porteño y bonaerense recurren a la imagen de la presidenta, de la misma forma que el Frente para la Victoria local –con Eduardo “Chabay” Ruiz y Marcelo Názar como primeros referentes y que a último momento consiguió llevar esa denominación, autorizado por la Justicia Electoral- hace uso de la imagen de CFK. La continuidad de un modelo de gobierno aquí también es la principal arma. La versión local del Frente Progresista, Cívico y Social, encolumnada detrás del Senador Nacional Emilio Rached y Paola Griggio emplea, además de una intensa campaña en redes sociales, una canción característica en clave folclórica apelando también al cambio, retórica que parece repetirse a lo largo y a lo ancho de todo el interior del país. No sabemos muy bien qué quiere decir “el cambio” en cuanto a temporalidades e inmediateces, pero siempre el cambio está ahí, para generar una atmosfera esperanzadora sobre la cual apoyarse y caminar con pasos seguros. |