Las habladurías del mundo no pueden atraparnos. Orientación vocacional lacaniana y proyecto de vida en una escuela de nivel medio de Santiago del Estero

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Por Juan Leopoldo Ramos
Licenciado en Psicólogía UCSE – juanllramos@hotmail.com

“La cosa es así porque así se dice. En semejante transmitir y repetir lo que
se habla, con que la ya incipiente falta de base asciende a una completa
falta de la misma, se constituyen las habladurías”.
Martin Heidegger, Ser y tiempo.
“No estoy atado a ningún sueño ya,
las habladurías del mundo no pueden atraparnos”.
Luis. A. Spinetta, Artaud.

I. El proceso de orientación vocacional (OV) como proyecto de intervención sobre la elaboración de un proyecto de vida.

El presente artículo constituye una comunicación sobre un proyecto de orientación vocacional (en adelante, “OV”) pensado, organizado y puesto a andar recientemente en una escuela privada de nivel medio de nuestra ciudad capital de Santiago del Estero; y a la vez pretende mostrar un modo de abordar el problema de la móvil construcción de un proyecto de vida desde una perspectiva lacaniana.
La población a la que está dirigida el proyecto se compone de dos divisiones de alumnos de 5° año del Nivel Medio, lo que en nuestro sistema educativo significa alumnos que están finalizando la educación obligatoria y por lo tanto están más allá de sus voluntades enfrentados a la cuestión de un proyecto de vida.
Empleo la expresión “proyecto de vida” como una expresión válida alternativa para pensar el espacio en el que puedan desplegarse variantes que sean además de la carrera universitaria, otras tales como la carrera de nivel terciario, el aprendizaje de un oficio, la actividad comercial, etc. Y también preferiremos la expresión para dar su peso a ese hacer que sigue al fin de la educación formal de nivel secundario, peso que liga ese hacer a la subjetividad en juego en esa/s actividad/es.
Instalar una identidad entre OV y carrera profesional es de algún modo una forma de violencia simbólica y valoración prejuiciosa cargada de sentidos que circulan en la dirección, muchas veces, del menosprecio por todo aquello que no sea una carrera universitaria, instalando, a la vez, una suerte de presión por la exaltación de este tipo de elección y devaluación por toda otra. Peligroso.

II. La “vocación”

El término “vocación” es por supuesto el eje por el cual desplegarse en este tema, en este recorrido y es necesario, brevemente, analizar su significación.
La Real Academia Española en su código establece para este vocablo las siguientes acepciones:
“vocación”. (Del lat. vocatio, -onis, acción de llamar).
1. f. Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión.
2. f. advocación.
3. f. coloq. Inclinación a cualquier estado, profesión o carrera.
4. f. ant. Convocación, llamamiento.
errar alguien la ~.
1. loc. verb. Dedicarse a algo para lo cual no tiene disposición, o mostrar tenerla para otra cosa en que no se ejercita.”[1]
Se observa que la tercera entrada es la que informa el significado que comúnmente se adjunta al término, incluso cuando es mencionado en el técnico ámbito educacional escolar y/o universitario.
El origen latino del término indica la “acción de llamar” y sus derivaciones en la usanza contemporánea nos presentan las acciones de inclinación, convocación, llamamiento, disposición.
Aquí es importante, y es por donde toma su inicio la idea y el modo de realizar este proceso de OV, promover la elaboración una pregunta: la pregunta por el llamado en cuestión. Es decir, en el desvelo etimológico del término se traza un arco que, sin perder las connotaciones contemporáneas del mismo, termina en otras por lo menos dos preguntas: ¿Quién llama? y ¿A qué llama?
Aquí también, el lector –o el oyente– advertido, objetará la invisibilidad de una tercera pregunta, o su posibilidad: ¿A quién llama? A lo que respondería que es una pregunta muy válida pero ajena a los límites de este pequeño informe-ensayo sobre un proyecto en marcha. Puesto que esa pregunta nos llevaría al otro motor de las cuestiones humanas, freudianamente hablando, a saber: al plano del amor.[2]

III. El dispositivo

A nivel operativo, consideré interesante continuar con una modalidad que viene dando sus resultados en talleres realizados sobre distintas temáticas como discriminación, burlas, etc.
Esta consiste en la propuesta de un tema a tratar en un salón en donde se disponen en círculo, a los efectos que todos puedan mirarse al volcar sus opiniones, bajo dos reglas imprescindibles; una la de escuchar y no hablar mientas el compañero o el adulto habla y otra la de tomar la palabra una persona por vez, a los fines de otorgar a la palabra de cada uno el valor que tiene para el encuentro.
En este caso los alumnos involucrados son los de quinto año y los temas a tratar constituyen una lista abierta en la instancia de proyecto. Esto quiere decir que, a priori, existe una lista de temas posibles que serían enriquecidos, remplazados, reducidos, aumentados, etc., en función de lo que los alumnos progresivamente propongan como interés.
Los encuentros fueron pensados con una frecuencia de intervalos de aproximadamente 20 días y una extensión de 80 minutos cada uno.
Hay dos encuentros de, digamos, introducción al proceso. En el primero se presenta el proyecto y se recolectan respuestas manuscritas de los alumnos a dos interrogantes: “¿qué piensas de esta propuesta de OV?” Y “¿qué temas te interesaría abordar en el proceso de OV?” En este encuentro con esta intervención se apunta a figurarnos un panorama de la disposición de los alumnos a la propuesta y de los temas prevalecientes al momento.
En el segundo encuentro se les pide una presentación oral alumno por alumno en la cual respondan a las siguientes preguntas: “¿qué piensas hacer el año que viene?”, “¿dónde piensas hacerlo?”, “¿qué te llevó a tomar estas dos decisiones (actividad y lugar)?”, “¿qué temores tienes al respecto?” En este encuentro el objetivo es formarnos una idea más precisa del estado del proyecto de vida en construcción en cada alumno de un quinto año que comienza. Esta información orienta además respecto de un tema importante y seguramente transversal al proceso: los miedos respecto del proyecto de vida.
En cuanto a la segunda sobre los temas que les resulten interesantes para abordar en el proceso tal como fueron recogidos son los siguientes: “Carreras con salida laboral. Afrontar/Superar cambio de provincia. Carrera adecuada para uno. Miedo al fracaso. Métodos de estudio. Sentir no haber crecido lo suficiente. Carreras que darán buen futuro y no implican estudiar todo el día. Libertad de tomar una decisión en caso de ir afuera y contar con apoyo de padres. Cambios del colegio a la universidad. Diferencias colegio/universidad. Tener decisión más definida de lo que quiero estudiar. Universidad pública/privada. La vida solos y en otro lado. Orientación. Universidades. Presión de padres en la elección. Futuro no tanto del egreso sino de las infinidades de trabajo o especialidades dentro de una misma carrera además de infinitas carreras posibles. Relaciones interpersonales en la universidad. Necesidad de un psicólogo para prepararse para algo nuevo. Tests vocacionales. Conocer carreras fuera de lo común. Universidad / Nivel terciario. Posibilidades de conseguir trabajo a partir de tener un título. Expectativas de los demás. Ventajas / Desventajas de estudio afuera. Temores al iniciar universidad. Cambio de rutina. Carreras en Humanidades. ‘Sobrevivir’ en otra provincia. Conveniencia de irse a otra provincia.”

IV. El deseo de un proyecto de vida como una (/A)puesta sobre el saber[3]

Recuperando la expresión “proyecto de vida” podemos ahora precisar la inspiración lacaniana de este proceso de OV en ciernes, es decir: la idea medular del proceso será la apuesta por tachar un mandado-saber sobre aquello que se debe hacer para dar lugar a la apertura de una ocasión para la acción de la voz propia.
Desde esta perspectiva pienso el proceso de OV como un dispositivo que sin constituirse como clínico permite ejecutar intervenciones que puedan tener efectos subjetivos sobre el lugar del deseo y del goce que se filtran –que para ser más precisos antes que filtrarse verdadera y polarmente subtienden cuanto movimiento despliegue el sujeto– en esos proyectos del quehacer del año que sigue al fin del secundario.
La idea de una tacha sobre la “a” de apuesta es un empleo de un término del grafo del deseo[4] de Lacan donde el concepto de la falta de un significante en el Otro nos enseña que del lado de los discursos fundamentales desde los que cedemos nuestras decisiones no hay un código de verdad.
La verdad podrá, en realidad, acudir al encuentro del sujeto que la busca en la medida en que el deseo se mueva desde el deseo de Saber, de saber qué me dicen que va conmigo y que debería hacer, hacia el deseo de propeidad (no propiedad), de construir un camino más propio, de una construcción más próxima a lo propio que a lo impropio.[5]
“Propio” en sentido heideggeriano: “proyectarse sobre la posibilidad más suya”.[6] Con esto se cristaliza el eje del proceso: atravesar mediante una constante pregunta por la móvil construcción de un proyecto de vida todo lo que desde un esclerótico y fantasmal Saber tapona la posibilidad del encuentro del alumno de quinto año con su posibilidad más suya para un hacer en su vida.
Lo móvil tendrá que entenderse como apertura a los avatares del propio deseo, como cuestionamiento de ese tono fulminante en el que se profesa algo de una vez y para siempre, de ese tono absoluto. Así podrá el alumno comenzar a abordar su elección actual como una posibilidad entre otras, que también podrían ser hoy, o mañana; levantando la angustia de la presencia de lo fulminante.
Nos interesará producir la pregunta por el llamado de esa voz donde quién llama sea no el Saber del Otro que codifica inauténticamente el sendero más propio del abanico posible de aperturas a ese proyecto en construcción; sino que quién llama sea el sujeto, y a qué llama sea a su deseo de encontrarse con lo más propio de cara al proyecto que se construye y no a esta u otra elección determinada.
La apuesta sobre el saber consistirá en tachar un saber mayúsculo y esclerótico, anquilosado, asentado en los tormentosos sentidos que profieren padres, amigos, docentes, psicólogos, publicidades, etc.; tan densos que ahogan la apertura del sujeto hacia su verdad[7] y lo sumergen en las habladurías.[8]
Jugando con el significante defenderemos un abordaje de la orientación vocacional como una puesta en juego de una voz que halle la ocasión para la orientación en la construcción de un proyecto de vida que recogiendo lo propio del sujeto articule un hacer que le presente la vida en apertura a disfrutes medidos, saludables, deseables.
Ocasión para poner en suspenso, como quiso Lacan para el oficio analítico, “todas las certidumbres subjetivas”, en el sentido de preguntarse por la “propeidad” de proyecciones que vehiculizan esos otros densos impropios discursos.
Ocasión para demoler esa angustia masiva que producen esos discursos que presentan la escuela secundaria como una cierta edad de oro que significaría el placer absoluto que se ha de borrar de un golpe cuando la carrera y/o el trabajo lleguen para colocar al candidato en el insoportable sufrimiento de una vida gris y letal; un verdadero final absoluto después del secundario.
Ningún final absoluto, mejor una ocasión para producir elecciones originales, propias y poder sostener un camino por el que sea posible cantar: “no estoy atado a ningún sueño ya, las habladurías del mundo no pueden atraparnos.”[9]


[1] DICCIONARIO DE LA LENGUA ESPAÑOLA – Vigésima segunda edición; en su versión electrónica on-line: http://buscon.rae.es/draeI/
[2] “En el completo desconcierto de los comienzos, me sirvió como primer punto de apoyo el dicho de Schiller, el filósofo poeta: «hambre y amor» mantienen cohesionada la fábrica del mundo”, en FREUD, Sigmund (1930). 2009. El malestar en la cultura, Obras Completas, tomo XXI, Amorrortu, Buenos Aires.
[3] Título inspirado en el trabajo de NOVOA COTA, Víctor. “Construcciones en el análisis: una /A puesta sobre el saber”, en BRAUNSTEIN, Néstor y col. 1996. Constancia del psicoanálisis, Siglo XXI, México, p. 79.
[4] Cf. LACAN, Jacques (1960) 2005. “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano”, en Escritos 2, Siglo XXI, Buenos Aires, p. 797.
[5] Cf. HEIDEGGER, Martin (1927) 2004. Ser y Tiempo, Fondo de Cultura Económica, Barcelona, p. 225.
[6] Cf. VATTIMO, Gianni (1971) 2002. Introducción a Heidegger, Gedisa, Barcelona, p. 51.
[7] “…“dejando surgir de la manera más auténtica lo que hay de verdad, lo que ella determina antes que el saber nazca” en LACAN, Jacques (1967) El acto psicoanalítico, clase del 15 de noviembre de 1967, versión mimeografiada.
[8] Cf. HEIDEGGER, Martin (1927) 2004. Ser y Tiempo, Fondo de Cultura Económica, Barcelona, p. 253.
[9] Cf. SPINETTA, Luis Alberto. 1973. “Las habladurías del mundo”, en Artaud,Talent/Microfon, Buenos Aires.