Por Ernesto Picco |
Conicet-UNSE – UCSE – ernesto_picco20@hotmail.com |
Empecemos por despejar un error común: no es cierto que hay monopolios en el mapa de medios nacional. Decir eso es una falacia. Sí: hay concentración. Hay más de un gran pulpo mediático, y mientas los más antiguos luchan por no perder terreno ante el impulso que la nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual pretende darle a la desconcentración de la propiedad de los medios, otros buscan fortalecerse y crecer en un escenario en el que se están reorganizando las posiciones de poder mediático. Entre los primeros está el gran entramado de empresas del Grupo Clarín, enfrentado al gobierno nacional, y entre los segundos están los que han intentado perdurar, adaptarse o crecer a la sombra estatal, como el Grupo Vila o el Grupo 23. Digámoslo entonces: más que monopolios lo que hay en la Argentina es un oligopolio polarizado donde dos bandos proponen marcos interpretativos opuestos de la realidad en función de sus intereses económicos. Entender esto nos ayuda dimensionar el problema de la existencia de los escenarios donde sí existen verdaderos monopolios mediáticos. Por caso, Santiago del Estero, donde funciona un solo canal de televisión por aire, propiedad del Grupo Ick, que además tiene diversificada su actividad mediática controlando los medios impresos y radiales de mayor penetración (El Liberal y Radio Panorama), junto con otras actividades financieras y de servicios vinculadas al Estado provincial, en un caso extremo de concentración económico-mediática. Y aquí es donde es necesario despejar un segundo error común: no hay nada malo con el Grupo Ick. No hay nada que objetarle. Su posición de supergrupo dominante de la economía local ha sido lograda en los últimos 30 años siguiendo cuidadosamente el marco de la ley, y aprovechando las influencias políticas e institucionales que ha logrado construir en ese trayecto. Lo que podría objetarse, en todo caso, serían las reglas del juego que permitieron un crecimiento tan desigual de los grupos mediáticos en un escenario de competencia salvaje, o el papel de otros actores que no supieron sostener su lugar en ese escenario. De cualquier modo, debe quedar claro que en la provincia sí existe un monopolio de la televisión por aire, y que este es un problema estructural al que se le suma la existencia de un duopolio de la prensa gráfica concentrada por el propio Grupo Ick y el Grupo Cantos, ambos alineados editorialmente con el Estado provincial. Este escenario no deja lugar a otras voces: o porque las reglas del juego no lo han permitido, o porque esas otras voces no han sido capaces de fortalecerse y hacerse escuchar. Así las cosas, hay un gran número de actores sociales, de temas y de conflictos que parecen no existir, y que son invisibilizados ante el desinterés – a veces impensado, otras estratégico – de los grandes medios locales. ¿Qué hacer entonces, para tener una comunicación audiovisual más plural, participativa y visibilizante de la diversidad y las diferencias en la provincia? Con esta pregunta en mente, el jueves 4 de julio se realizó en Adatise un encuentro organizado por la delegación local de Afsca y el Foro Santiagueño por una Comunicación Democrática para conocer qué herramientas ofrece la ley en vigencia para avanzar en ese camino y, sobre todo, qué papel le toca jugar a las universidades. Televisión y universidad en Santiago Uno de los puntos que se ha intentado remarcar desde la autoridad de aplicación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual es que la desmonopolización no implica cerrar medios si no abrir otros nuevos. En el ámbito de la televisión, a finales de 2011 se llamó a una licitación para otorgar licencias a nuevos canales de televisión. En Santiago se contemplaba la apertura de dos privados y dos sin fines de lucro. El llamado cayó a mediados de 2012, y desde que asumieron las autoridades locales de Afsca en octubre del año pasado, se ha insistido en que la expectativa más fuerte en la apertura y consolidación de nuevos canales de televisión está puesta en las universidades. Perspectivas, discusiones y expectativas La discusión por la visibilización de nuevas voces en la televisión tiene dos dimensiones: por un lado la de la producción de contenidos, y por otro la de la pantalla donde esos contenidos puedan verse. Muchos pequeños, medianos y grandes productores pueden generar contenidos, pero pocos pueden tener un canal de televisión. En lo que respecta a la producción, Santiago ha mostrado un importante crecimiento en los últimos dos o tres años. A las producciones de Unse Tevé se les suman las de Sanitago del Video, las del equipo de producción de Pablo Argañarás, la del director santiagueño Daniel Jerez, entre otras. Pero el problema que tienen estas producciones es grave: no se ven. Su circulación se restringe a muestras o exposiciones públicas esporádicas, se ven en festivales en extranjeros, o se encuentran embargadas en bancos de contenidos nacionales. Ahí está el problema de la pantalla. A esto se debe en parte la gran expectativa puesta en la apertura del canal de una universidad pública, que pueda significar un espacio donde se visibilicen estas y otras producciones. |