Por Luis García Fanlo |
Doctor en Ciencias Sociales y Sociólogo (UBA). Investigador del Área de Estudios Culturales del Instituto Gino Germani (UBA) – http://luisfanlo.posterous.com/ |
Introducción Me propongo analizar el programa de televisión 678 en tanto proceso de producción de sentido entendiendo que la teoría sobre los discursos sociales implica considerar que toda producción de sentido en necesariamente social y que se explica a partir de determinadas condiciones sociales productivas, y que todo fenómeno social, como el de 678, tiene como una de sus dimensiones constitutivas un proceso de producción de sentido independientemente de cuál sea su nivel de análisis. De modo que no voy a reducir mi objeto de estudio a un mero fenómeno significante sino a preguntarnos acerca de los modos específicos en que se comporta el sentido, es decir, en tanto un conjunto de relaciones sociales que implican dimensiones significantes tales como discursos ideológicos y representaciones. El sentido está entrelazado con los comportamientos sociales y es el fundamento de las representaciones cuyos soportes son actores sociales: semiótica y sociología articuladas para estudiar cómo se construye la realidad de lo social, es decir, que el análisis de los discursos sociales tiene como objetivo estudiar la construcción social de lo real, su manifestación o base material que es la que permite el abordaje empírico del problema de la configuración espacio-temporal del sentido. Los discursos sociales, siguiendo a Eliseo Verón(1), suponen tanto condiciones de producción como de reconocimiento y es entre ambas condiciones que los discursos circulan. Desde esta perspectiva un discurso cualesquiera no puede ser analizado “en sí mismo” sino que tiene que ser puesto en relación con dichas condiciones productivas. Cuando se analiza un texto hay que ponerlo en relación con algo que no está en ese texto y, a la vez, tener en cuenta que un discurso no refleja nada y por lo tanto tampoco puede ser interpretado exclusivamente desde su exterior. Las relaciones entre lo interno y lo externo de un discurso deben abordarse teniendo en cuenta que existen reglas de generación y de lectura, es decir, gramáticas de producción y gramáticas de reconocimiento. Las reglas describen operaciones de asignación de sentido que deben reconstruirse o postularse a partir de las marcas que éstas dejan en la materia significante; no existe identidad entre producción y reconocimiento, siempre hay una diferencia, una distancia, en la circulación. La semiosis es una red discursiva que se estructura en tres instancias: condiciones de producción, condiciones de reconocimiento y el objeto del discurso aunque éste solo existe en cuanto tal en y por su inscripción en la red: “es un objeto dinámico, porque si mi objeto desborda el discurso que mantengo sobre él es porque otros discursos han hablado ya de mi objeto”, de modo que esta dimensión histórica de la red discursiva produce un desajuste perpetuo entre producción y reconocimiento(2). En este contexto conceptual lo ideológico y el poder de un discurso designan gramáticas discursivas entendiendo que se trata de un modelo de reglas que caracterizan la producción o lectura que ponen en relación elementos identificables en la superficie discursiva que se denominan huellas. Gramáticas de producción El programa de televisión 678 nace en un contexto histórico específico que es el de la resistencia de las corporaciones agropecuarias a la llamada “Resolución 125” del Ministerio de Economía que modificaba los gravámenes sobre las exportaciones, las denominadas “retenciones”, apoyada en forma manifiesta y militante por los medios de comunicación vinculados al “Grupo Clarín” y la mayoría de los partidos de oposición al gobierno nacional. Aparece entonces la decisión de modificar el marco legal-estatal del funcionamiento de los medios, hasta ese momento regulado por una ley de la Dictadura Militar (1976-1983), proponiéndose la sanción de una “Ley de Servicios Audiovisuales”. De modo que 678 se instala como dispositivo televisivo cuyo objetivo consiste en defender “el punto de vista del gobierno” frente a ambos campos de disputa proponiéndose mostrar que existe otra realidad alternativa a la construida por el discurso político de lo que denominan “el monopolio” (el “Grupo Clarín”) y la “opo” (los partidos políticos anti-kirchneristas). La emergencia de un programa político oficialista no era algo nuevo en la televisión argentina ya que históricamente todos los gobiernos –sean civiles o militares- utilizaron el canal estatal (en particular los noticieros y los programas de debate y opinión sobre actualidad política) o, incluso la nacionalización del conjunto de las emisoras, para generar consenso en la población. Sin embargo, la particularidad de 678 es que introduce en producción una serie de elementos novedosos que, anclados en su historicidad, resultan significativos al constituirse a partir de la profunda reconfiguración societal heredada de las transformaciones producidas en la sociedad argentina a partir de la década de 1990 (“el menemismo”) y que tuvieron en los acontecimientos del 19/20 de diciembre de 2001 un punto de inflexión. La novedad de 678 no reside tanto en su estructura –un conductor que modera las opiniones de un panel de periodistas estables y de invitados especiales como artistas, funcionarios gubernamentales, académicos, periodistas, escritores con una clara definición política kirchnerista; una tribuna con público en el piso que observa pasivamente los debates- sino en su configuración estructural. A diferencia de los históricos programas políticos oficialistas, como “60 minutos”, “Tiempo Nuevo”, “Hora Clave”, “De bueyes perdidos”, entre los más significativos que defendían las posturas gubernamentales interpelando al “ciudadano de a pié” a partir de la construcción de enemigos abstractos tales como “la subversión”, “el estatismo”, “la demagogia”, afirmando en términos de valores positivos enunciaciones sobre “el mercado”, “el liberalismo”, “la eficacia”, “nuestro modo y forma de vida”, el programa 678 va a interpelar –casi excluyentemente- a los propios seguidores del kirchnerismo asumiendo un rol militante y confrontativo con actores sociales concretos como “Macri”, “Duhalde”, “Carrió”, “Clarín”, “la Comisión de Enlace de Organizaciones Agrarias”; incluso periodistas de radio, periódicos y televisión que son identificados con “nombre y apellido”, así como intelectuales, académicos o artistas a los que se define como parte de una alianza que tiene como objetivo desprestigiar toda acción gubernamental con propósitos “destituyentes”. Otra novedad que introduce 678 consiste en estructurar el programa en base a informes documentales editados sobre el “tema del día” –el programa se emite diariamente- cuyo formato si bien remite al uso de recursos discursivos utilizados por la llamada metatelevisión(3)–en la línea fundada por “Perdona nuestros pecados”, “CQC”, “Bendita TV”, “Duro de Domar”, etc.- se diferencia claramente en varios aspectos. No se trata de humor político, al estilo de Tato Bores o Enrique Pinti, que de alguna manera interpretan los sucesos en clave humorística, sino de la búsqueda de una literalidad del discurso opositor que sería transparente en sí mismo y que en consecuencia hablaría por sí mismo sin que sea necesario realizar operaciones interpretativas. 678 se propone mostrar “la realidad” en todo su espesor, tal como es y no como es representada por “el monopolio”. 678 se propone reconstruir la trama de lo real de las manipulaciones generadas por el conjunto del campo periodístico que “muestran las cosas” en forma ideológica, en el sentido de falsa conciencia, generando una realidad ilusoria en la que “todo es negativo”. 678 encarnaría una suerte de “televisión verdad” que mostraría la realidad tal como es desmontando los mecanismos que la falsean a través de la manipulación, la edición, la mentira, la tergiversación. Los informes editados que se emiten en el programa serían entonces procedimientos de restauración del verdadero sentido de los discursos opositores construyendo cadenas de significación que al hacer uso del “archivo” pondría al descubierto una trama de relaciones de poder encubiertas. A tal punto es así que todo el programa está basado en estos informes editados sobre los que el margen de opinión de los panelistas e invitados queda acotado a su simple reafirmación y no a su interpretación, a su legitimación sin fisuras, a su reproducción en tanto verdad dada de una vez y para siempre. De modo que, a diferencia de otros programas políticos oficialistas del pasado, la voz autorizada no está en los panelistas o invitados sino en las gramáticas de producción establecidas por el equipo de producción que habla a través de esos informes editados cuyo enunciador es una voz en off, omnisciente, que recuerda al “Gran Hermano” del famoso reality show y también al de la no menos famosa novela de Orwell. Una vez que esa voz enuncia la verdad, apoyada en la evidencia de las imágenes cuya transparencia no deja ninguna duda o margen de interpretación acerca de su realidad, los panelistas e invitados solo pueden asumir la posición de personajes que como un eco la repiten reproduciéndola literalmente. 678 es la verdad, la realidad, y además, el régimen de veridicción que se le ofrece al espectador para que él mismo se convierta en un reproductor –en la vida cotidiana, en las redes sociales, en donde sea y como sea- de ese discurso; en otras palabras, producir sujetos militantes. El discurso de 678 consiste básicamente en la reapropiación de otros discursos, los opositores, antes que en un dispositivo autónomo de la red discursiva intertextual de la que forma parte. No interpela a los discursos opositores a partir de un discurso propio sino que los hace hablar a partir de otras gramáticas de producción y reconocimiento. A la vez, no produce estas operaciones para producir efectos reflexivos sobre quienes no son kirchneristas intentando convencerlos de su error y ganarlos para su causa sino casi exclusivamente a sus propios partidarios, como si éstos estuvieran siempre expuestos a caer en la desviación, la duda, o la interpretación generada por el “monopolio” y la “oposición”. 678 es lo que antaño el partido político de cuadros, el que los forma, les da la verdad revelada que tienen que asimilar y reproducir para convertirlos, al igual que a los panelistas e invitados del programa, en divulgadores cuasi pastorales de dicha verdad. Pero, a diferencia del cuadro político tradicional, al que se lo dota de herramientas conceptuales, teoría política y espacios de discusión en los que puedan expresar sus diferencias aunque solo sea para “concientizarlos” de su error, 678 produce algo más parecido a una comunidad de fans, como los de una serie de televisión, un artista consagrado o una banda de rock, ya que apela más a lo pasional que a lo racional, a la mítica del combate político en tanto espectáculo, a la interiorización de un guión antes que un cuerpo de doctrina. El fan no admite disidencias, no desarrolla un pensamiento crítico sobre sus creencias, valores y gustos sean éticos o estéticos con respecto al objeto de su admiración, sino que se identifica proyectivamente con dicho objeto, lo hace parte de su modo y forma de vida, lo convierte en sombra proyectada de sus líderes. Gramáticas de reconocimiento En sus gramáticas de reconocimiento también 678 ha introducido importantes novedades en el campo de la semiosis social que intentaré abordar, dentro de los límites que me permite este breve texto, en dos dimensiones recíprocamente relacionadas en términos diferenciales. El concepto de relación diferencial consiste en considerar los términos que la componen no como dos instancias separadas una de la otra, cada cual con un valor propio y dado de una vez y para siempre, sino en tanto inscriptas en un campo de relaciones de fuerzas, es decir, que los términos que componen la relación se reconfiguran constantemente entre sí, como ocurre en todo juego con reglas cuyas piezas –como en el ajedrez- si bien tienen ciertas reglas que los definen no valen lo mismo según cambie la composición total de la distribución de piezas en el tablero y las posiciones relativas que el propio devenir del juego produce. 678 es un programa de televisión abierta que si bien, tal como he propuesto hipotéticamente, genera gramáticas de reconocimiento que tienen como destinatario una audiencia homogénea de partidarios del gobierno puede ser, y en la práctica lo es, visionado por aquellos que son sus opositores y por quienes no tienen una definición política; de modo tal que más allá de las gramáticas de producción que hemos esbozado hasta aquí, resulta necesario incorporar al análisis cómo esas operaciones en producción tienen su correlato en las representaciones que los consumidores hacen con lo que visionan. A diferencia de lo que ocurre con una serie de televisión que solo es visionada por aquellos que aceptan el contrato de lectura que se les ofrece y en todo caso si éste no se cumple abandonan el visionado, el carácter político y realista de 678 hace que sean tantos o más los que lo visionan sin estar de acuerdo con su discurso que los que lo están. He aquí un aspecto que no constituye una novedad con respecto a otras variantes pasadas de formatos políticos en la televisión argentina, lo que no significa desmerecer a 678 sino en todo caso destacar que con su formato particular, productor de fans de las políticas gubernamentales haya logrado capturar la atención de sus detractores (los del programa y los del gobierno). En rigor, este impacto social de 678 no tiene que ver con sus niveles de audiencia sino con haberse constituido socialmente como un fenómeno político de referencia en términos de la agenda cotidiana en particular en los sectores más politizados de la oposición e, incluso, entre sus referentes políticos que se ven en la necesidad de responder a las críticas que se les hacen. El programa logra instalarse, entonces, en la arena de confrontaciones políticas como un actor relevante en particular en las plataformas de Internet como foros y sitios web de noticias, en Youtube, o en redes sociales como Facebook y Twitter. He aquí una novedad que distingue a 678 de otros programas similares y que tiene como condición de posibilidad la convergencia digital entre televisión e Internet sin mediaciones –por lo menos explícitas- de modalidades de broadcasting. Así, el contenido de los programas es ampliamente comentado en las redes sociales, en las que sus seguidores reproducen su discurso y sus detractores lo critican obligando a los primeros a tener que pasar de meros consumidores a prosumidores de 678, es decir, tienen que improvisar respuestas ante las voces críticas que están ausentes en el programa. Y, a la vez, las voces críticas necesitan visionar el programa para tener de primera mano el material significante para elaborar sus críticas. Lo que las gramáticas de producción intentan clausurar –que aparezca la voz de los opositores por sí misma- estalla en la semiosis infinita del reconocimiento potenciada por las redes sociales. En el caso de los fans de 678 esto produce interesantes efectos en las gramáticas de reconocimiento. De acuerdo con el análisis que efectúa Henry Jenkins(4), el fan, por definición, es el guardián de la ortodoxia del discurso con el que se identifica, es conservador y atento fiscal de la pureza del producto. Pero el derrame del discurso televisivo en las redes sociales hace aparecer la otra voz, la otra realidad que el programa clausura, y allí es donde un comentario opositor puede, en determinadas circunstancias, reconocer que algo de verdad hay en el juicio de un panelista o invitado, e incluso hasta advertir que alguno de ellos ha generado una fisura –una interpretación personal inesperada para la audiencia- que merece destacarse. Inmediatamente, el fan del programa, apunta su crítica no hacia el opositor sino hacia el supuesto hereje cuestionando su aparición en el programa, incluso hasta haciendo campañas para que sea removido del panel o que nunca vuelva a ser invitado a participar. Otro interesante efecto es la aparición de sitios web o páginas de Facebook –ajenas a las oficiales sostenidas por la producción del programa- que convocan a grupos de fans a constituirse como una comunidad virtual de 678. Desde estos sitios, y sin que intervenga directamente la producción, se generan iniciativas como la convocatoria a participar de marchas o actos políticos callejeros llevando banderas de 678, se intercambian informaciones sobre eventos políticos o culturales de personalidades reconocidamente kirchneristas, o se juzga la calidad ética o estética de determinado informe en muchos casos en forma crítica hacia los productores. El impacto de estas representaciones opera sobre las operaciones de producción y reconocimiento ulteriores –en emisiones subsiguientes- obligando a que en algunos casos los informes o comentarios de los panelistas deban tomar posición frente a las interpretaciones de sus propios fans. En el límite, estas grietas producen el alejamiento del programa de uno de sus personajes cuestionados, como ocurrió cuando María Julia Oliván, su conductora original, tuvo que abandonar su lugar alegando diferencias con las rígidas gramáticas de producción y sus efectos en reconocimiento, tal como ella misma relata en 678, la creación de otra realidad, el libro que escribió con Pablo Alabarces . (5) Convergencia digital La audiencia de 678 es de aproximadamente medio millón de personas (0.5% de rating que se mide exclusivamente en el ámbito de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires), una cifra similar a los seguidores de su sitio oficial en Facebook (421.799 al 31/07/2011); en el caso de Twitter el usuario @678Oficial tiene 36.575 followers (siguiendo solo a 9 usuarios). Hay que destacar que en el sitio en Facebook está habilitada la opción para que todos aquellos que se han suscripto a la página puedan dejar sus comentarios y que también tiene habilitado un foro con las mismas características. No ocurre lo mismo en Twitter ya que se trata de un usuario que actúa como broadcasting de noticias vinculadas al mundo de la política kirchnerista y de la acción gubernamental. Hay que agregar decenas de sitios no-oficiales tanto en Facebook como en Twitter muchos de los cuales se autodefinen como “club de fan de 678” de distintas localidades del interior del país, “autoconvocados 678”, “asamblea de Facebook 678”, “convocatoria 678” y similares. El programa también tiene una importante presencia en Youtube no tanto por la cantidad de suscriptores (4.880), amigos (246) o comentarios (1.779), sino por las casi tres millones de reproducciones que registra desde la apertura del canal en diciembre de 2009 (datos al 31/07/2011). Estos datos permiten una primera aproximación a otra de las características que distinguen a 678 de otros programas de televisión del género se explica por su acoplamiento con la convergencia digital en curso al que debe su impacto político y social. Por este motivo resulta interesante observar cómo se autodefine el programa en las plataformas oficiales que tiene en la Web. En Facebook se lo define de la siguiente manera: “El programa es un espacio de reflexión sobre el modo en que los medios representan la realidad. Luciano Galende y un panel de periodistas analizan, con inteligencia y humor, las coberturas mediáticas más relevantes. El magacín (sic) de actualidad de la TV Pública presenta informes especiales con material de archivo, invitados y debates en estudios. 6, 7, 8 ofrece una mirada diferente sobre la política, el espectáculo, el deporte, la sociedad y otros temas de actualidad” Un resumen similar es el que también ofrece el sitio del programa en la página oficial del Canal 7 que además brinda a los visitantes el acceso a una mediateca que contiene todos los programas emitidos hasta la fecha. Por otra parte en Twitter dice: “Lunes a Viernes a las 21hs Protagonizado por: Luciano Galende, Orlando Barone, Sandra Russo, Carlos Barragán y Cabito Alcántara”. De modo que 678 no se define como un programa político sino como un magazine de actualidad (política, deporte, espectáculo, sociedad, y “otros temas”) que con “inteligencia y humor” presenta una mirada diferente sobre el modo en que los medios representan la realidad. Más cercano a la ficción que a la realidad y a la sociología de los medios que al periodismo político tradicional, la forma en que los productores definen al programa resulta equívoco al contrastarla con lo que se muestra en la pantalla y que claramente inscribe a 678 en el género del periodismo político de opinión. Conclusiones A lo largo del texto intenté esbozar un primer acercamiento al dispositivo de enunciación de 678 entendiéndolo como un texto audiovisual inscripto en el género “periodismo político” indagando en las condiciones (gramáticas) de producción y reconocimiento de su discurso social describiendo su estructura general, sus modos de construcción y funcionamiento, sus variantes con respecto a las invariantes del género así como sus diferencias con respecto a otros programas de televisión (pasados y actuales) con un formato similar. Una primera conclusión parece afirmar que 678 no constituye algo nuevo, en el sentido de constituirse en un acontecimiento discursivo que rompe y a la vez instaura una nueva regularidad (un nuevo género televisivo, por ejemplo), sino una variante novedosa del género que se inscribe en una serie de regularidades que estructuralmente permanecen invariantes. El periodismo político y militante constituye una regularidad establecida en la historia de la televisión argentina desde su mismo nacimiento hace 60 años. A partir de ese momento todos los gobiernos tuvieron sus 678, con sus periodistas militantes, entusiastas seguidores y detractores, e incluso con mayores índices de audiencia e impacto social, por ejemplo, en la definición de agendas políticas, económicas, ideológicas y culturales de la sociedad argentina. Por otra parte, los procedimientos característicos de la metatelevisión a los cuales recurre 678 ya estaban presentes en la televisión argentina desde la década de 1990 incluso en su asociación con el periodismo político, así como el desplazamiento de las formas narrativas y estéticas tradicionales del género hacia formatos más espectacularizados y ficcionalizados. No encuentro aquí nada nuevo y sí (re)actualizaciones y variantes novedosas que han dado lugar a la aparición de otros programas que intentan emularlo aunque sin mucho éxito. No obstante, una segunda conclusión parecería indicar que hay algo de 678 que puede catalogarse como nuevo y que lo distingue claramente de sus antecesores y que identifico en su capacidad de haberse constituido en superficie de emergencia de la convergencia digital en curso entre televisión e Internet, más particularmente con las llamadas “redes sociales”: Youtube, Twitter y Facebook. Si bien los efectos en reconocimiento de este acoplamiento deben ser específicamente estudiados es posible pensar, como hipótesis, que entre las múltiples posiciones de sujeto que constituyó surge una nueva figura espectatorial, propia de la convergencia digital y de las narrativas transmediáticas: el fan de la política que se diferencia claramente del cuadro político o del espectador politizado tradicional. Como contracara, en producción, los periodistas de 678 se convierten en actores que personifican el discurso político de la sociedad del espectáculo y son consumidos por la audiencia como tales. En este sentido 678 incorpora elementos propios del periodismo del espectáculo como, por ejemplo, “Intrusos en el espectáculo”, “Bendita TV”, o “Duro de Domar”. Espectacularización de la política, politización del espectáculo. Una ficción periodística cuyas condiciones de aparición, más allá de los dispositivos técnicos, se fundamentan en la recomposición de la trama de relaciones sociales propia de nuestra actualidad signada por la estética del consumo, la sociedad del espectáculo y la intertextualidad hipermoderna. Notas 2- Verón, Eliseo (2003), “Está ahí, lo veo, me habla”, en Revista Comunicativa, Número 38, Seuil, París, 1983, traducción de María Rosa del Coto enwww.biblioteca.org.ar/libros/656151.pdf 3- Carlón, Mario (2005), “Metatelevisión: un giro metadiscursivo de la televisión argentina”, en deSignis, Números 7/8, Barcelona, Gedisa. 4- Jenkins, Henry (2009), Fans, blogueros y videojuegos. La cultura de la colaboración, Barcelona, Paidós, pp. 27-37. 5- Oliván, M.J. y Alabarces, P. (2010), 678. La creación de otra realidad, Buenos Aires, Paidós. |