Por Alicia Chávez |
Docente UCSE / Integrante de Santiago del Video – alicia553@hotmail.com |
A través del primer plan piloto del Programa Polos, articulado a través del primer plan piloto del Programa Polos, articulado por las universidades nacionales de todo el país, las provincias tienen la oportunidad de mostrar sus trabajos desde una nueva perspectiva. En Santiago, el programa periodístico Dulce y Salado, intenta convertirse en el mojón de una nueva era de producción en la provincia. La realización de la serie de cuatro capítulos en formato periodístico llamada “Dulce y Salado” que está pronta estrenarse en la TV Digital argentina tiene una historia que comenzó hace poco menos de un año. Cuando se llevó adelante la primera de las muchas reuniones que luego vendrían para conformar los Polos Audiovisuales Tecnológicos nadie sabía muy bien qué esperar ni a donde llevaría ese encuentro. Como primer punto claro recibimos la propuesta de confeccionar un producto audiovisual que tendría una duración de cuatro capítulos de treinta minutos cada uno. Las elucubraciones comenzaron ese mismo día y concluyeron, no sin conflictos, menos de una semana después, cuando se presentó el primer proyecto de guión que incluía la idea más o menos definida de dos personajes que recorrerían los causes de los ríos Dulce y Salado y se detendrían en algunas de las ciudades que se levantan a su vera para comentar los puntos relevantes. Este primer esbozo, realizado entre urgencias y sin el consenso de los muchos participantes que éramos por ese entonces, fue muy bien acogido por las autoridades del Programa Polos y se recibieron felicitaciones y aliento para seguir trabajando en la propuesta de un trabajo periodístico combinado con una historia ficcional. Es así que durante las vacaciones del verano de 2011 y hasta fines de abril, cuando finalmente se contó con el dinero necesario para viajar, los guionistas trabajaron en la estructura de los capítulos y construcción de sus personajes y peripecias, mientras se definía presupuesto, conformación de equipos y dinámica de trabajo Rutas Santiagueñas La urgencia por comenzar y finalizar el programa hizo que el ritmo fuera verdaderamente frenético. El período de rodaje llevó al equipo a viajar durante un mes a ciudades donde no siempre se contaba con todas las comodidades y servicios. “Dulce y Salado” se convirtió en un proyecto particularmente complejo ya que implicaba no sólo extensas jornadas de trabajo (de hasta 12 horas) en espacios abiertos, sino que además cada nueva entrevista o secuencia de imágenes implicaba el traslado de personajes, entrevistados y todo el equipo técnico. Los guionistas confeccionaban la historia, definían entrevistas y daban una lista de locaciones y espacios en los que debían desarrollarse los hechos. Con esa guía, el equipo de producción se encargaba de tomar fotos de las locaciones, buscar y comprometer entrevistados e investigar sobre los pormenores de sus historias para asegurarse que efectivamente era lo que se buscaba el guión. Se explicaba de qué se trataba el programa y qué era lo que necesitábamos de cada uno de ellos (en algunos casos solamente entrevistas, y en otros un poco de actuación solidaria). Una vez regresados de los viajes de preproducción, se preparaba un informe, escrito y acompañado de fotografías, lo más detallado posible de las potencialidades y limitaciones de cada uno de los lugares, el cual se socializaba con todo el equipo. A partir de ahí, el equipo de guión revisaba y modificaba algunos aspectos de las historias y el equipo de dirección preparaba un storyboard sobre los escenarios donde se desarrollarían las entrevistas y algunos pasajes del programa. Todo ello, lo más rápido posible, porque al otro día había que partir. El primer destino de esta aventura fue Termas de Rio Hondo, y también se paso por Atamisqui, Sumampa, San José del Boquerón, Bandera Bajada, Suncho Corral, Icaño y por supuesto, la ciudad Capital. Legado De cada una de las ciudades se trató de rescatar sus aspectos más importantes, pero no sólo haciendo hincapié en lo histórico o lo folklórico, sino más bien en las condiciones actuales de vida en cada localidad. Esta fue una de las principales discusiones que se presentaron al momento de definir el primer guión: ¿Qué mostrar? La elección fue presentar a todo el país una imagen de la provincia que no estuviera suspendida en el tiempo, donde lo pintoresco le gane a lo cotidiano, sino mostrando que la vida en el interior del interior conlleva no sólo sacrificios vinculados a la tierra, el pago, el rancho y los ancestros, sino a temáticas mucho más especificas y puntuales que están íntimamente relacionadas con decisiones tomadas a partir de la implementación de políticas públicas y del sistema capitalista. Por eso se habló de la Sacha Guitarra y del Quichua, de la vergüenza que sintieron durante muchos años los niños que habían crecido con este idioma y que después eran castigados al hablarlo en la escuela, y la forma en que esto fue cambiando hasta la actualidad. También se habló de la tierra, de quienes la defienden, de su lucha y esperanzas. Se entrevistó a un artesano constructor de sulkis y a un arqueólogo que investiga nuestro pasado más remoto. Sin embargo, el tema fundamental fueron los ríos y por eso no se olvidaron las inundaciones en el norte y en sur, los bañados, los puentes, los intentos por navegar, la contaminación, los diques y los cambios que sus construcciones acarrean para la vida de los pueblos como fue el caso de la vieja Villa Río Hondo y también las estrategias de contención, como la plantación de eucaliptus en la Capital. Hubo también otros aspectos como la comunicación que no quedaron afuera. En medio de la historia de Paola y Omar, los dos jóvenes que protagonizan este recorrido, se intentó reflejar la actualidad que nos atraviesa como santiagueños inmersos en lo que García Canclini llamaría una modernidad híbrida. Entonces, para que a lo largo de su viaje nuestros protagonistas pudieran mantenerse comunicados, se implementaron diferentes estrategias que van desde los ultra modernos mensajes de texto y sesiones de chat, hasta los mensajes por radios y encomiendas que nunca pierden efectividad. Desafío y respuesta Muchos de quienes nos hemos dedicado a estudiar carreras universitarias vinculadas a lo artístico en ciudades del interior, mas de una vez nos hemos enfrentado al dilema de si el día de mañana podremos vivir de nuestra profesión haciendo trabajos que nos satisfagan tanto a nivel económico como ético. Esta disquisición no sólo tiene relación con un deseo individual de satisfacción, sino también con la necesidad de ver los frutos de nuestro trabajo en obras que ayuden y mejoren la sociedad en que vivimos. Para los santiagueños, muchas veces este dilema parece no tener salida ya que la poca producción audiovisual nos lleva a realizar productos que estén destinados a satisfacer dos demandas muy específicas: el Estado y el comercio, y este último en mucha menos medida que el primero. La implementación de la nueva Ley de Medios y de este primer plan piloto nos brindó la oportunidad de trabajar de manera profesional y realizar un producto del cual todos los integrantes del equipo podemos sentirnos orgullosos y satisfechos. Contar con un presupuesto acorde a la envergadura del proyecto que permitía a los involucrados salir a trabajar sin la necesidad de estar pensando en cómo conseguir el dinero para pagar los sueldos de los trabajadores, y la división de roles fueron los dos puntos de profesionalización principales que permitieron a Dulce y Salado convertirse en un gran producto. Como todo desafío, Dulce y Salado tiene la esperanza de demostrar la capacidad de trabajo de los santiagueños, así como evidenciar cuales pueden llegar a ser los puntos particulares en los que falta profundizar la formación profesional y de oficio. No caben dudas que este fue el primer paso de un camino que recién comienza. Las esperanzas, los objetivos, los proyectos son muchos. Se sabe y se espera que las producciones venideras superen en calidad a esta primera serie de cuatro capítulos, pero sin olvidar que este primer paso se dio gracias al arduo trabajo de muchos productores audiovisuales que durante muchos años de trabajo, estudio, profesionalización y experimentación forjaron las bases de una producción santiagueña que está a la altura de todo el país, y que fue este trabajo fue viabilizado por una decisión política que propone un nuevo lugar en el mapa nacional para cada provincia. Finalmente, resta destacar la calidez con que fuimos recibidos en cada una de las casas a las que llegamos con el equipo de producción. Sea desde un municipio hasta la familia más humilde que vive a la vera del río, los santiagueños de todas las latitudes no tuvieron problema en contar y mostrar su problemas, riquezas, alegras, tristezas, en definitiva, la vida en su más amplia expresión. |